Letras tu revista literaria

miércoles, 21 de marzo de 2012

La lentitud del magma

Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne


La arcilla y el ladrillo

                        Convengamos en que el periodo electoral suele adocenarse de verdaderas demostraciones de falta de rigor y fundamento en los planteamientos e ideario de los programas políticos Y, en algún caso, más de lo que cabría esperarse, en el trato y consideración personal, de cierto grado de arribismo en el que se concentra la denostación, el ninguneo y un arraigado sentir de oprobio. La degeneración política se hace patente en la sustracción de la nobleza como rasgo de aquélla. Cuando el carácter honroso y estimable declina y favorece la amoralidad en la conducta y el propósito. Entonces el estigma se inflama y la marca indeleble se reconoce en la apatía y el conformismo que despierta entre quienes serían los naturales receptores del empuje político. Los ciudadanos asisten a un espectáculo bochornoso en el que como en la película "El castañazo", dirigida en 1977 por George Roy Hill e interpretada en su personaje principal por Paul Newman, el fiasco competitivo de un equipo se reconduce aplicando la violencia como señuelo para captar la atención del público y el triunfo en los partidos. Como señala el silogimo maquiavélico, "El fin justifica los medios". Esta manera de replantear la tensión política, en cuanto a la adopción de formas y maneras incontrolables, al ser vertidas como opinión pública y publicada, revierte en un hediondo reguero de promiscuidad. En ello la gestión gubernamental del partido Popular -PP- está siendo especialmente acusada. Las manifestaciones de los ministros en temas de sanidad, educación, justicia y economía no dejan lugar a dudas sobre lo que abundaba el novelista, dramaturgo y poeta austriaco Thomas Bernhard, cuando afirmaba que "los gobiernos se agotan en una baja propaganda verbal". La ironía y el humor negro de sus obras se adecua a la sensación que hoy nos hace tiritar entre tanta ofuscación social y política en el continente europeo. Notas que asienten en la depreciación de la verdad y en su relación directa con la mancebía informativa en que se están convirtiendo los medios de comunicación.                       

                        En las elecciones andaluzas estamos asistiendo a lo hasta ahora nunca visto. La derecha se encuentra reforzada desde la misma izquierda. No necesita, ni tan siquiera, asistir a debates con otras formaciones políticas con representación parlamentaria para dejar constancia de su aspiración no contenida. El espectro de la izquierda formada, exclusivamente, por el Partido Socialista Obrero Español -PSOE- e Izquierda Unida -IU- perviven en su antagónico ejercicio de contradecir el espíritu de solidaridad que deberían incrementar entre ellos. Sin lugar a dudas es el PSOE quien debería haber dado el primer paso para convenir un principio de acción común. Porque  sin duda alguna lo que sería realmente esperanzador es el compromiso de políticas transformadoras con el beneplácito de ambas formaciones. Dilucidar el futuro más inmediato desde una incidencia social incontestable es la respuesta valedora de un compromiso afianzado en la práctica real de asumir una nueva posición. Ya es tarde para ello, pues si bien un acuerdo postelectoral reordenaría la animosidad de la izquierda, las tensiones que podrían vivirse en el seno de un posible gobierno compartido -experiencias anteriores así lo han demostrado- o la permanente corrección del tino gubernamental por el socio de gobierno sin asumir por éste responsabilidades de ese calibre, no parece una disyuntiva aceptable. Salvo que la secuencia de los hechos condicione de tal manera que la coalición sea la salida real y obligados por sus discursos en cuanto aque Andalucía se convierta en un freno a la derecha, doblegue los intereses partidistas y suponga la reescritura de las encuestas que vaticinan la debacle del PSOE.

                        En los espejos deformados de la realidad andaluza, donde los esperpentos se hacen dueños de la situación. Emerge, como por encanto dulcificador, el candidato del PP a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Javier Arenas. Si bien la galanura de la que hace demostración en sus mitines y declaraciones realza la chispa de lo recurrente, no es menos accesorio analizar el calado real de las mismas. Señala que defenderá sin ningún complejo la construcción como pieza clave de la recuperación económica, rehusará de la economía sostenible y alentará una política urbanística, desentendiéndose de los matices conservacionistas que limitan la profusión de enclaves de acero y cementos en medios naturales. Parece que una nueva ola de ladrillo nos espera, si de sus manos la arcilla vuelve a refundirse para seguir manteniendo un modelo de sociedad cuya solidez es simplemente barro sobre el que nos deslizamos hacia un nuevo precipicio de recesión                       

*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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