Víctor Corcoba Herrero*
HAY QUE DERROTAR EL PODER DE LAS MAFIAS
En este mundo nuestro aumenta cada día más el crimen
organizado y la desorganización del Estado de Derecho. Han de hacerse valer
mucho más las normas de derecho internacional para derrotar a la multitud de
mafiosos que caminan por la vida, aprisionando y explotando a gentes humildes,
en su mayoría. La crecida de clanes mafiosos son un verdadero tormento para
buena parte de la humanidad. Tiene que nacer una cultura antimafia, capaz de
salvaguardar a los miles de inocentes que son víctimas de esos lobos vestidos
de persona, con sus códigos de sangre y sus abecedarios de tormentos. Para
colmo de males, también han nacido los mafiosos de la economía, que dominan al
mundo a su antojo, o lo que es lo mismo, a su negocio y el de los suyos.
Ciertamente, este tipo de bandas, explotan la inestabilidad generada por los
conflictos y la pobreza. Por consiguiente, el desarrollo es la mejor
prevención. Por desgracia, la prosperidad va en retroceso y el buen gobierno
democrático se corrompe por la falta de controles. Está visto que todos los
males de la injusticia pueden curarse con más justicia. El panorama puede ser
desolador, pero las energías demócratas del ser humano, son capaces de ordenar
el mayor desorden. A mi manera de ver, pienso que hace falta una justicia abundante
y justa, que llegue en el momento justo, que ahora no está llegando. Suele
llegar, sí llega, mal y tarde.
Hoy las mafias en el mundo son una fábrica de dinero que
cosechan los más altos dividendos. Y, como ya se sabe, poderoso caballero es
don dinero. Por consiguiente, hay que actuar globalmente contra todo tipo de
pandillas mafiosas. Vivimos momentos muy difíciles, sobre todo, por la
degradación del ser humano. Hay que hacer justicia ejemplarizante y
ejemplarizadora, si en verdad queremos cambiar modos y maneras de vivir y
convivir. Por tanto, la primera prioridad, es que cualquier tipo de mafia debe
ser combatida por las leyes. La mafia quiere que nos quedemos a su servicio,
como borregos, y que nos dediquemos a obedecer sus órdenes. El ser humano como
tal no cuenta para nada. Adoran las pistolas para sembrar el terror y los
ataques indiscriminados se producen a diario en cualquier parte del mundo. Las
mafias deniegan todo acceso humanitario, porque su código es comercializar con
las personas, traficar con ellas como verdaderos objetos del deseo. Olvidan
estos mafiosos, que, como personas, tenemos el derecho a vivir una vida libre
de mafias, y no hay que tener miedo a luchar contra el mal.
Es cierto que nos puede el desorden en el mundo. Esta es
la mayor de las crisis, la de dejarnos mover en la ilegalidad de la mafia
permanente. Evidentemente, el futuro es oscuro porque las mafias así quieren
que sea, que cohabite la delincuencia vinculada a la prostitución y al consumo
de drogas, por ejemplo. El miedo nos puede, y así es complicado cambiar este
caos. Sin duda, las mafias más peligrosas son aquellas que injertan el veneno
del pánico en el cuerpo de la ciudadanía. Es tremendo que una sociedad caiga en
el desaliento y se deje absorber por una cultura mafiosa, profundamente
inhumana, enemiga de la dignidad de la persona y de la democracia. Pienso que
ha llegado el momento de desmantelar todo tipo de mafias, y creo que, para
ello, es necesario que la comunidad internacional actúe de manera más eficaz
que las organizaciones mafiosas que nos amenazan y causan pavor en el mundo. No
podemos aceptar que se esté imponiendo una especie de cultura mafiosa, que todo
lo robotiza, manipula y maneja. No somos robots de nadie, somos seres humanos
con capacidad de pensar y de ser libres.
*Víctor
Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
21 de marzo de 2012
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