ALGO MÁS QUE PALABRAS
Por Víctor Corcoba Herrero*
Hoy como ayer necesitamos conocernos más y mejor a
nosotros mismos. Todo el mundo habla de cambios, pero apenas dedica tiempo a
pensar cómo hacerlo. Seguimos atados a poderes corruptos, a libertades que no
son, y los caminos del mundo cada día son menos auténticos. El mundo de la
mentira orienta nuestras vidas y así marchamos totalmente desorientados. Requerimos
poder levantar la mirada sin ser heridos, descubrir por nosotros los senderos
de la existencia, pensar por sí mismos, profundizar en ese mundo interior que
todos llevamos consigo, tejer abecedarios con la luz de la razón, ser más
corazón que cuerpo, reflexionar sobre todo y de todo, para alcanzar otro
horizonte más claro, más sensible con la realidad humana y menos distorsionado.
Veo que los ojos de la mente son incapaces a veces de
discernir y decidir sobre los pasos a tomar. El tiempo actual es propicio a la ceguera, nos
hemos dejado aprisionar por una legión de farsantes, que nos impiden vivir autenticidades.
La falsedad gobierna nuestro tiempo. Desde luego, precisamos de otro espíritu
más reflexivo y racional. Son muchos los nudos que tenemos que desenredar. El
espíritu creativo de las artes y las letras es un camino que todos debemos
explorar. Uno tiene que descubrir más allá del deseo de saber, el deseo de
conocerse, de admirarse, de sentirse inteligencia creadora, favoreciendo de esta
manera esa búsqueda inherente a toda persona.
Por desgracia, vivimos bajo una manipulación perversa y
permanente, muy sutil, pero que ahí está penetrante, haciendo sus maniobras de
querer vivir por nosotros, dominando nuestras andanzas. Siempre hay alguien que
te dice lo que debes hacer, ya no tenemos ni tiempo, ni tampoco silencio para
pensar. Así no se pueden encontrar remedios a nuestros males. No se debe
olvidar que los pensamientos, como la razón, necesitan compartirse con nuestros
semejantes. No venimos al mundo para vivir solos, sino en familia, para
insertarnos y realizarnos en la sociedad y en una cultura. De ahí, que no pueda
haber una colectividad esperanzada y feliz sí la mayor parte de sus miembros
carecen de lo imprescindible para vivir.
No hay que acomodarse al mundo, el mundo tiene que
acomodarse a las personas, a nuestro modo de pensar, de forma que podamos
actuar libremente. Nos han orientado a pensar en la posesión, en el bienestar,
en el éxito fácil, en la fama a cualquier precio, y, sin embargo, todo esto es
pasajero. Debemos aprender a pensar de manera más solidaria, más profunda, más
mística, más interior; es preciso aprender a comprender el pensamiento de los
demás, reconociendo lo bello y bueno que puede aportarnos. No olvidemos que,
por naturaleza, somos seres inconformistas, y que el verdadero progreso del
mundo no radica en la colección material de cosas, sino en la fortaleza del ser
humano como sujeto pensante, como sujeto que vive en el propio pensamiento.
Ya lo dijo el dramaturgo y poeta español, Pedro Calderón
de la Barca, "quien vive sin pensar, no puede decir que vive", el
pensamiento es fundamental para sentirnos parte de una cultura que sabe razonar
y equilibrar ideas, que sabe incrustar un espíritu de servicio fraternal al
mundo, porque un diálogo fraternizado siempre respira bondades y virtudes. Sin
duda, el día en que todos aprendamos a pensar teniendo en cuenta los legítimos
intereses y aspiraciones de todos, habremos dado un paso gigantesco en la
construcción de la paz. Evidentemente, es bueno que la gente se reúna a pensar,
sobre todo para cooperar en la promoción del bien común.
La experiencia de fraternidad siempre nace en el corazón
como nacen también los grandes pensamientos, las grandes acciones humanas. No
se trata de dominar, más bien de dominarse. Tampoco es cuestión de ser más que
nadie, sino de ser más libre en la autenticidad. Hay que volver al debate
intelectual para alcanzar otros horizontes más hermanados, donde no se gobierne
con cadenas, sino abriendo diálogos sin temores, hablando sin hipocresía. Si
algo ha de imponerse que sea el raciocinio, pero sin mandatos previos. Se debe
tomar conciencia de la complejidad del mundo presente y reflexionar, con
amplitud de miras, para encontrar juntos soluciones a los desafíos que nos
superan.
A mi juicio, debemos pensar profundo, y en ese pensamiento
sentirnos libres, para reafirmar que es posible cambiar el mundo. Para ello,
precisamos más convicción para defender valores de vida como puede ser la
dignidad de la persona. Es la clave de un nuevo pensamiento. Mayor
convencimiento para actuar desde una libre circulación de ideas. Ahora lo que
suelen circular son intereses, adoctrinamientos necios que obstaculizan el que
todos seamos iguales ante el ejercicio de la razón, mentiras y vicios que
dificultan la unión y la unidad de las personas. Por consiguiente, todas
nuestras capacidades de pensar, hablar, sentir, actuar, deben brillar con la
libertad como luz, sabiendo que la fuerza del razonamiento permanece cuanto más
verdadera es.
Todo cuanto hemos reflexionado y dialogado, meditado y
comparado, comprendido y compartido, ha de estar dispuesto para servir al ser
humano que es lo más importante. De lo contrario, tiene poco sentido perder el
tiempo. Cuando se pierde el respeto por la vida, difícilmente podemos aprender
a ayudar al prójimo. Ninguna nación puede pensar en el propio futuro de modo
unitario, sino es a través del patrimonio de los valores que unen las culturas.
La lección ahí está: aprender los unos de los otros, enriquecernos mutuamente,
abrir vías de pensamiento, que no son más que búsquedas hacia una paz interior.
Si no tenemos esa paz interna, de nada sirve buscarla
fuera. Téngase en cuenta que las cosas
íntimas son las primeras y las que verdaderamente nos hacen sentir. Por tanto,
creo que la cuestión de discernimiento radica en nuestra manera de obrar. Un
filósofo francés, nos dio la clave: "Debemos obrar como hombres de
pensamiento; debemos pensar como hombres de acción". Dicho queda, y es que ciertos pensamientos
son como súplicas y, ciertas acciones,
son como meditaciones.
*Víctor
Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
6
de enero de 2013.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario