Letras tu revista literaria

viernes, 25 de enero de 2013

Nadie conoce a nadie


La lentitud del magma


Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".

John Donne


                                   Este depravado estado de cosas que genera el estigma de la corrupción, no parece encontrar ni el fin de sus días ni la salida hacia otros espacios diferenciadores y oxigenados. Como untuosa mancha de aceite, la grasienta y viscosa sensación del tacto corrompido penetra hasta lo más profundo. Desde los partidos políticos a los sindicatos pasando por la monarquía y el sistema financiero, la sensación de desamparo es más que notable entre los ciudadanos. En este turbulento designio de los nuevos tiempos, adquiere sobresaliente presencia la impunidad. Cierto es que la separación de poderes insufla cierta confianza a la justicia, aunque no sin ciertos reparos y sustraendos a su acción. Mediatizada politicamente hasta límites que desconocemos. Y en los que se intuyen  la catalogación y consideración procesal de casos que quedan archivados u otros, a los que se atribuye el indecoroso principio de no ser inocente hasta que no se demuestre lo contrario.

                                   Nos encontramos sumidos en un vertedero en el que, acostumbrados al hedor que desprende, deambulamos sin apercibirnos del pestilente olor. Es de tanta intensidad que se adhiere a los tejidos y fibras artificiales de las vestimentas y forma parte de nuestra cotidianidad. Nadamos en la abundancia corruptora que no cesa, que no se le ve punto y final. Las 2300 toneladas de basura, que se acumularon durante los 15 días de huelga de los trabajadores de la limpieza en Granada, son poca cosa comparada con la vasta extensión que consideramos. Pero no menos de lo que deben de heder las cuentas suizas que consagran el secreto tanto de su apertura como el de la inmundicia económica y moral que la facilitaron. Aunque eso es lo de menos. Lo demás es ese sentido de la responsabilidad que parece atusarles el pelo, porque lo que es la conciencia continúa en su estado de feliz y descansada somnolencia. El sueño de la mentira y su poder de seducción. El mejor ejemplo lo tenemos en el ciclismo y el ganador de siete tours, que hace unos días manifestó el descorazonador relato de sus falacias y lo que le reportaron en el bolsillo. La mentira se manifiesta como principio de hermanamiento. Gentiles almas devotas del pecunio que no dudan en extender el paradójico brazo incorrupto de la infesta corrupción.

                                   Este año se celebra el centenario de la publicación de la obra La metamorfosis, de Franz Kafka. Su protagonista, Gregor Samsa, se convierte en un insecto. El derroche de efectismo que puede considerarse con esta conversión, se diluye en los primeros párrafos. La voz en tercera persona que cuenta esta inverosimilitud, arrincona cualquier atisbo de espectacularidad para el lector . El hombre se ve a sí mismo como lo que, a su vez, los demás hacen de sí, una víctima. La verdad se desenfoca y ésta -la víctima- se muestra depreciada. El perfil infrahumano es afecto a la mentira. Y nutre la atmosfera que propicia este sentir, este considerar, esta extraña superposición de efectos. Nadie repara en la condensación de caracteres humanos que contiene la imagen impactante de un insecto. En su verdadera naturaleza -la humana- que precisamente pasa desapercibida, implosiona el sino de la maldad y su invisibilidad en la sociedad. El escritor Gustavo Martín Garzo afirma que "La realidad está enferma (...)". Tal distinción no es gratuita. Es -como vuelve a señalar- "esa ficción absurda que llamamos realidad". Y que no es otra que la manifestación radicalizada de la mentira opresiva. Todo ese numeroso grupo de depredadores sociales va adquiriendo la notoriedad invisible que les protege. Como el lector que dice haber leído y, sin embargo, hace tiempo que lo dejó. Pero aún recuerda su última lectura y la explota en las conversaciones para fabular sobre ese vácuo valor,  que ni siquiera él mismo ejerce pero sí fomenta. Ya no lee pero dice que lee. No es honesto pero afirma que lo es. En esa fabulación se reduce el versátil embuste, lo soy pero no lo soy. Descartes en su obra El discurso del método, publicada en 1637, con cierta ironía precisaba, "El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él que aun los más descontentos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen".

                                   Esta resaca de furtivos emprendedores de lo ajeno, posee el efecto reclamo -a la vista del rosario de acontecimientos- que otrora denunciaba el actual gobierno sobre el proceso de regularización de los inmigrantes. El número de desempleados próximos a 6 millones, no alcanza esta cifra, en parte, porque muchos de aquéllos han decidido, en vista de la situación en España, regresar a sus respectivos países. Y es que aún reverbera en el Congreso de los Diputados aquella frase: "¡que se jodan!" exclamada desde los asientos conservadores. En este contexto y de esta rahez, es imaginable pensar que las bebidas espirituosas hacen mella en el entendimiento. Y, quizás, como afirmaba el cantante y actor estadounidense Dean Martin, la mejor opción es que "Permanezcan borrachos". Es decir que todo siga igual: encarnando la personalidad de la periodista Amy Martin , siendo beneficiario de la amnistía fiscal de Hacienda o argumentando errores contables y su deriva a estipendios gastronómicos. Porque nadie conoce a nadie. La literatura nos revela en la figura del leopardo jaspeado que aparece en el escudo de armas de la familia Salina, que protagoniza y da título a la obra El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, y que en palabras de Tancredi nos dice, "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie"
                                  
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 54-febrero-2013 http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm

 

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