Letras tu revista literaria

viernes, 4 de enero de 2013

Juegos y palabras: el miedo



La lentitud del magma


Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".

John Donne


                                   Lo importante es encajar las palabras. Que cada recuadro sea parte de ese proceso intelectual que lo completa. Debe ser apasionante observar como el alfabeto conjuga las múltiples variantes e insertar la que procede. Es una decisión no exenta de dificultad y concentración. Tanta implicación en la faceta linguística es digna de alabanza, ahora que la interpretación de la realidad es terciada desde los eufemismos. Abundar en las definiciones ajustadas y precisas es siempre reconfortante. Porque la distorsión del lenguaje en este último año, tiene tintes parecidos a la que elabora el Ministerio de la Verdad en 1984. La novela que George Orwell -heterónimo de Eric Arthur Blair- publicó en 1948. La neo-lengua sustrae y atrofia la riqueza de matices, con la intencionalidad puesta en que la verdad del Partido coincida con el panorama social en el que el miedo es su principal valedor.

                                   Durante la sesión parlamentaria en la Asamblea de Madrid, en la que se discutía el proceso de privatización de la gestión sanitaria, dos diputados del Partido Popular -PP-centraban su atención en el poder combinatorio de las palabras. Meses antes, la Viceconsejera de la Comunidad Autónoma de Madrid se preguntaba, "¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema?". Los enfrascados jugadores debieron tomar en cuenta tal principio e ideario que no cejaron en su ocioso activismo. Más aún cuando, no satisfecha con lo dicho, insistía y precisaba "Lo sanitario tiene un fin (...) No podemos comer toda la tarta de un bocado o nos empacharemos".

                                   Si la lengua nos articula como sociedad, como señala la actriz Vicky Peña en reflexión a la obra que actualmente interpreta, El diccionario, basada en la historia de María Moliner, entonces la desvertebración está iniciada. Si la primera mujer candidata a la Academia de la Lengua Española concentró en un trabajo titánico el saber y sabor de la lengua, los dos diputados afines a la privatización lo consumen en juegos de palabras.

                                   No vale ninguna excusa, espetó, en tono de disculpa desde una red cibernética social uno de los dos diputados. Finalmente los dos pronunciaron el mea culpa. No es difícil deducir que su gesto es la extensión en toda regla de un juego mayor: el monopoly  donde las casillas de juego están rotuladas con sanidad, educación, servicios públicos, servicios sociales, agua... Este es el tablero de juego donde el negocio privado será financiado con fondos públicos. Y todo bajo el argumento del ahorro. Un ahorro que no halla sitio ni asiento en la gestión pública, según menosprecian, y que, ni tansiquiera, pueden valorar. Volvemos al juego. En este caso el popular de piedra, papel, tijera. El papel de la Constitución que es recortado y atado a la piedra que, como peso, la sumerge al fondo del abismo social.
                                   El epílogo de este año 2012 gravita en la declaración de la secretaria general del PP y su polifacética actividad política remunerada. En el año 2011  le ha supuesto unos ingresos de 158.389 euros. Si bien ha obtenido una merma con respecto al año 2010 de 10.469 euros. Son datos del Diario Oficial de Castilla-La Mancha en la declaración de actividades, bienes y rentas de los gestores públicos de la región. Un ejemplo que abundan en el bestiario político nacional. La acumulación de actividades remuneradas que no se corresponden con una mínima eficacia institucional.

                                   Mientras estos sucesos empañan el cristal, el miedo agiganta su sombra. El miedo es la nueva razón de ser. El acongojamiento que se extiende  como untuosa mantequilla en crujiente tostada de pan. El miedo aumenta la solidaridad. Estrecha los lazos entre las personas. Y esta actitud que es bienpensante no reduce la angustia, el recelo y el pesar de este bálsamo que suministran a través de la precariedad. Porque no es más ni menos que eso, precariedad como tabla rasa que nos salva y embrutece. Y es que el miedo consigue refrenar la respuesta popular ante la crueldad que, por ejemplo, trivializa los desahucios, los despidos, la dependencia... un estado de parálisis permanente. Miedo es la palabra que, por sí sola, construye un status, que no es otro que el de la salvación ante el sentimiento de culpa. Pero en esto, como en todo, existen diferencias y grados. Unos lo evitan con excusas telemáticas tras lúdicas actividades parlamentarias. Los más lo sufren con el drama diario que cohabita en su casa, si es que aún la conservan o el copago para el traslado a los hospitales, o el suicidio como respuesta terminal ante este miedo que se consagra en la ímpúdica caridad y nos ofrece su cáliz redentor. Así lo explicitaba el poeta peruano César Vallejo en el poema, Masa,  correspondiente a su obra póstuma España, aparta de mi este cáliz, "Entonces, todos los hombres de la tierra / le rodearon; / les vió el cadáver triste, emocionado; incorporose lentamente, / abrazó al primer hombre; / echose a andar". Nunca el dolor ha sido tan solidario, es decir, tan controvertidamente interesado.

*Pedro Luis Ibáñez Lérida,  poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 54-febrero-2013 http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm




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