Letras tu revista literaria

domingo, 24 de marzo de 2013

La Librería



Por Marcos González Sedano
 

Terminaba de bajar del barco con el petate a cuestas, y aunque aquél puerto nada tenía que ver con el que yo conocí treinta años atrás, sentía la sensación de que nunca lo había abandonado. Después de tanto tiempo, dos amigas me invitaron a regresar y acepté el ofrecimiento. Entre esta ciudad y mi alma, siempre ha existido un hilo invisible que nos unía, como si yo perteneciese a aquella estirpe de marineros que descargaban sus mercancías en Puerto Bayyana, y estuviese condenado al regreso siglo tras siglo. 

Entré a la urbe por la calle Real guiado por los perfumes a especias, a marroquinería y a té verde con hierba buena. En los soportales, los rostros de los comerciantes me recordaban los zocos de Tánger, Estambul o Alejandría.

Mientras miraba con ojos de niño abiertos como platos los cambios sufridos en la dermis de la ciudad, iba buscaba una librería, la más emblemática, por años de vida y prestigio, que yo frecuentaba en otros tiempos. Allí seguía, en el mismo lugar pero con un sabor diferente. A la entrada, me atendió una librera con cara de intelectual y gafas de carey, y haciéndola cómplice de lo que quería, le pregunté sobre la zona donde podría encontrar temas de al-Ándalus. Un romántico como yo siempre espera un texto perdido, traspapelado, donde hallar parte de su historia y en este caso tener el placer de la lectura a la sombra de los naranjos. La librera, sorprendida, me llevó al sótano, donde en un rincón cubiertos de polvo y olvidados, entre diez mil o veinte mil volúmenes, dormían apenas doce libros sobre el tema; la mayoría de ellos ya los conocía y los que no, sólo tenían el gran mérito del trabajo del escritor. Los ojos tras los cristales de aquella mujer y los míos se encontraron, nos sonreímos, y en silencio, en un grito común y mudo, maldijimos los espacios vacíos en las estanterías de diez siglos de nuestro pueblo. 

A la salida, además de adquirir un ensayo del jerezano, J. M. Caballero Bonald, con el título, Oficio de lector, me regale un exótico juego de naipes andalusí.

Esta ciudad me invita de nuevo a vivirla, ya les iré contando, ustedes deciden…

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