La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
por consiguiente nuncahagas preguntar por quien doblan las campanas:doblan por ti".
John Donne
El esperpento, género literario
que creara Ramón María del Valle-Inclán, se incorpora al escenario político con
el nuevo episodio de los ordenadores que evoca al supercomputador Hal
9000.
La cinematografía nos depara momentos estelares que permanecen en la memoria. Llegan a convertirse en iconos y se contemplan con cierta benevolencia a pesar del irrefrenable paso del tiempo, y la conjura artística que somete a cualquier obra a su juicio inapelable e insobornable. En el año 1968 el director Stanley Kubrick dirigió la película 2001: una odisea del espacio. Basada en la novela El centinela de Arthur C. Clarke, coguionista junto al propio director. Existen en tan memorable largometraje escenas que se recuerdan con especial predilección. Como lo es la voz aséptica y cuasi metálica de HAL 9000, el supercomputador que se rebela ante los astronautas y toma sus propias decisiones. El tono determinante, sabedor de su supremacía, no deja lugar a dudas de sus intenciones. Más tarde, la pericia de uno de los tripulantes consigue asestar el golpe definitivo al engendro electrónico. La agonía y la compasión se entremezclan en los ruegos de la máquina. La cadencia de su palabra va declinando en deforme y lenta hasta que el último hálito cibernético la silencia.
Las
piruetas, cada vez más arriesgadas y sin red, del portavoz del Partido
Popular –PP- no se estiman lo suficiente. El funambulismo dialéctico que
practica es de un valor incalculable. Las esperpénticas descripciones, argumentaciones
y refrendos de las sucesivas etapas, acontecimientos y hechos objetivos, que ha
contraído su formación política durante el proceso que lo vincula a su
extesorero, son tumefacciones del estado en que se encuentra su capacidad
orgánica e institucional. Inciden en el ya célebre titubeo mendaz de la
secretaria general, cuando explicó la indemnización del que ahora es un
apestado y, hasta hace bien poco, su defensa jurídica era sufragada por el
partido que lo repudia.
El
último sainete de esta galería de personajes no parece tener fin, y en ese
empeño por reconducir la situación ahondan más en su irrefrenable osadía.
Porque sólo puede calificarse de este modo a quienes no dudan en anteponer sus
propios intereses y destruyen las huellas del delito sin rubor. Este tipo de
actitudes resquebraja la confianza democrática de los ciudadanos que observan
expectantes la nueva ocurrencia con que sobrellevar este sinsentido. Como
expresaría el personaje de El borracho en la obra teatral Luces de Bohemia,
de Ramón María del Valle-Inclán, con ese grito último antes que el telón cierre
la escena final, “¡Cráneo previlegiado¡”. Hall 9000 no volverá a hablar
de sus memorias, de la inteligencia artificial que contiene y al que se ha
desconectado definitivamente la corriente que lo alimenta.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
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