Letras tu revista literaria

viernes, 28 de septiembre de 2012

El cerco y la frontera


La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
 



"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne


Qué curioso este afán independentista que parece resurgir con más fuerza si cabe en estas últimas semanas. Y no es por causa precisamente de la legítima reivindicación de un pueblo. Cuestión que sólo a él mismo le atañe. Aunque sí por el momento escogido. Son los mismos políticos que en fechas pasadas permanecieron en su reducto parlamentario, clavados en sus escaños, atornillados a la soberanía popular. Mientras los ciudadanos cercaban la expresión del poder institucional catalán, ellos aprobaban los míseros presupuestos, que eran rechazados en posteriores manifestaciones sectoriales y generales de amplia repercusión. El acento economicista y el desapego a los valores sociales, son los tam-tam que han marcado el rumbo a seguir, que no es otro que éste que nos trae hasta aquí. En años anteriores los trabajadores eran las víctimas de la globalización. Hoy lo son también los países y los continentes. Y es que la deriva de este proceso reafirma la capitalización de la sociedad. Es decir la preponderancia del capitalismo como mal menor. Mientras la emergente Asia, con China a la cabeza, avanza a pasos agigantados en una segunda Revolución Industrial –en este caso tecnológica-, Europa se resiente en un refreno de sus aspiraciones sociales comunitarias. Sobre todo por la ausencia de liderazgo o, tal vez, el exceso de un liderazgo pecuniario. El euro es sólo una moneda. Creer en su virtud homogenizadora procura la conversión de un principio ficticio. El dinero tiene el don de la ubicuidad, nada más. Si el proceso de autodeterminación del pueblo catalán se sustenta en simples abanderados, convertirán sus aspiraciones en un espejismo. La nota dominante del proceso degenerativo en Europa es la exaltación de las políticas auspiciadas por la derecha. Es el sutil cerco al que nos someten. Ya sea apelando al sentido común o al patriotismo. Los ajustes se intensifican y se justifican, incluso tremolando banderas.

La recesión económica no cesa. Más bien se agudiza. Y los efectos son
tozudos y apreciables. El séptimo Informe del Observatorio de la Realidad Social elaborado por Cáritas, confirma la patología social que padecemos: el debilitamiento de la contención social en la aplicación práctica de los poderes públicos y el sistema de asistencia social. La afectación de los ajustes va incidiendo progresivamente en la calidad, cada vez más deteriorada de aquéllos. La media de espera para los servicios de valoración es de 24 días y para recibir una primera ayuda, dos meses más. Recordemos la situación sanitaria de los inmigrantes con estancia irregular. Este grado de eficiencia es la medida exacta de la repercusión de la política cicatera que ejecutan, por el interés general. La realidad es que dentro de ese interés general parecen no encontrarse, en vista de los acontecimientos, los parados de larga duración, ancianos con estrechas,  pensiones, desahuciados... los Ayuntamientos de Andalucía han despedido hasta la fecha y desde la entrada en vigor de la reforma laboral, a 1474 personas. Si el 25 de septiembre fueron sitiados los diputados nacionales no fue por un simple gesto. En Portugal y Grecia también el clamor popular no renuncia a ser como desearía el presidente español, “la mayoría invisible que no se manifiesta y trabaja”.

                        Fueron 300 personas las que murieron hace dos semanas en el incendio de la fábrica de confección de ropa en Pakistán destinada al mercado europeo. En el momento de producirse el hecho se encontraban trabajando 650 personas. Carecían de equipos de extinción de incendios, no poseían contrato de trabajo, estaba prohibido sindicarse, las ventanas tenían cierres y las escaleras y puertas estaban bloqueadas. Un verdadero escenario criminal. La fábrica tenía la acreditación SA8000 que garantiza, como cualquier otra empresa líder de ropa, que se adecua a los parámetros laborales internacionales. De hecho son las empresas líderes de ropa en Europa y Estados Unidos los clientes de las fábricas de Pakistán, Bangladesh o Camboya. El rostro de la crisis es internacional al igual que la explotación laboral. Las responsabilidades se diluyen pero a los afectados, a los pequeños, no les quedará más remedio que seguir cercando simbólicamente al poder. Por mucho que éste trate de poner distancia a golpe de porra, pelotas de goma, detenciones... el cerco y la frontera siguen estando ahí.

Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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