Por Peter Magnus
Transcribo aquí el artículo 28. de la Declaración
Universal de los Derechos de los Pueblos que dice así:
“Todo pueblo cuyos
derechos fundamentales sean gravemente ignorados tiene el derecho de hacerlos
valer especialmente por la lucha política o sindical, e incluso, como última
instancia, por el recurso a la fuerza.”*
Creo que no es
necesario explicar este apartado de la citada declaración, podemos discernir
por nosotros mismos –sin la ayuda del Gobierno-, que actualmente, no solo en
España, sino en casi todos los países del mundo se incumple este artículo,
porque las actuaciones que están llevando a cabo los gobiernos -presionados
por eso que venimos llamando “mercados”, que no son otra cosa que “fantasmas”,
como dice el señor Sánchez Gordillo en una de sus manifestaciones a los
medios de comunicación-, no solo no reconocen esos derechos fundamentales
sino que además los ignoran con nocturnidad y alevosía y siguen asestando sus
puñaladas traperas sobre las base de la pirámide –sistema que ha adoptado porque
es el único que le da, a esa minoría gobernante, soberanía para ejecutar sus
planes-, la clase obrera, hoy día maltratada e ignorada por esa clase
dominante que legisla y ejecuta con el beneplácito del poder judicial que mira
hacia otro lado para no interferir en las acciones criminales que esa minoría,
que ha secuestrado la democracia en el mundo, lleva a cabo a lo largo y ancho
de este mundo sin el menor de los escrúpulos condenando a la muerte, si es
preciso para revalorizar sus intereses, a millones de seres humanos mediante
la especulación y el control de todos los recursos naturales que la tierra
nos ofrece sin condición porque la madre naturaleza no hace distinciones a la
hora de darnos aire, agua, alimentos, plantas, animales, minerales etc. No, la tierra no
hace distinción y proporciona todo lo que nosotros como seres humanos
necesitamos para vivir. Son, esos grupos minoritarios que se erigen con el
poder mediante el chantaje, la extorsión, la amenaza, el miedo, y la muerte,
los que los usurpan arrebatándolos de nuestra manos, de todas las manos del
mundo -a las que el planeta no ha exiliado por condición de raza, creo o
lengua-, para que paguemos hasta por el aire que respiramos, arguyendo,
mediante la manipulación del lenguaje, que todo esto es por el bien de la
humanidad; no hay más que echarle un vistazo a la DECLARACIÓN UNIVERSAL
DE DERECHOS HUMANOS*, para
descubrir que la mayoría de los artículos que la conforman están siendo
incumplidos por los poderes fácticos: “banca, iglesia, prensa…”.
Es aquí donde creo
que se hace más necesario cada día poner en práctica el artículo 28., con el
que he encabezado el artículo de hoy, y como vemos y comprobamos cada día que
las luchas políticas y sindicales no están dando fruto alguno, es aquí,
necesario, llegada esta hora, aplicar la opción última a la que se recurre
cuando ya no queda más remedio, porque los pueblos del mundo no pueden seguir
aceptando, ni tolerando, ni soportando que ese oligopolio que reina a sus
anchas en el mundo, siga matando, siga extorsionando, siga mintiendo, siga
especulando, siga amenazando a todos los ciudadanos del mundo cuyos derechos
son inalienables y ningún grupo de poder, ni Estado, ni país pueden
arrebatarle a los seres humanos dichos derechos. Así que LOS PUEBLOS DEL
MUNDO, tienen el derecho a hacerlos vales mediante la fuerza, una vez
agotadas las dos primeras opciones. Y que no nos engañen con sus discursos
tildando a los revolucionarios de terroristas, porque actualmente –si alguien
puede demostrarme lo contrario que lo haga-, los que ejercen verdadero
terrorismo, de ese que se define como Terrorismo de Estado, son precisamente
esos Estados -que se amanceban con el oligopolio, con la minoría que ostenta,
que quiere seguir ostentando, y que usará todos los subterfugios a su alcance,
para mantener, el PODER-, los que comenten terrorismo, los que cometen
crímenes, los que oprimen, chantajean, y amenazan.
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Preámbulo*
Vivimos tiempos de
grandes esperanzas, pero también de profundas inquietudes,
- tiempos llenos de
conflictos y de contradicciones,
- tiempos en que las
luchas de liberación han alzado a los pueblos del mundo contra las estructuras
nacionales e internacionales del imperialismo, y han conseguido derribar
sistemas coloniales,
- tiempos de luchas y de
victorias en que las naciones se dan, entre ellas o en su interior, nuevos
ideales de justicia,
- tiempos en que las
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre hasta la Carta de los Derechos y Deberes
Económicos de los Estados, han expresado la búsqueda de un nuevo orden político
y económico internacional.
Pero son también tiempos
de frustraciones y derrotas, en que aparecen nuevas formas de imperialismo para
oprimir y explotar a los pueblos.
El imperialismo, con
procedimientos pérfidos y brutales, con la complicidad de gobiernos que a
menudo se han autodesignado, sigue dominando una parte del mundo. Interviniendo
directa e indirectamente, por intermedio de las empresas multinacionales,
utilizando a políticos locales corrompidos, ayudando a regímenes militares que
se basan en la represión policial, la tortura y la exterminación física de los
opositores; por un conjunto de prácticas a las que se les llama
neo-colonialismo, el imperialismo extiende su dominación a numerosos pueblos.
Conscientes de interpretar
las aspiraciones de nuestra época, nos hemos reunido en Argel para proclamar
que todos los pueblos del mundo tienen el mismo derecho a la libertad, el
derecho de liberarse de toda traba extranjera, y de darse el gobierno que
elijan; el derecho, si están sojuzgados, de luchar por su liberación, y el
derecho de contar en su lucha con el apoyo de otros pueblos.
Persuadidos de que el
respeto efectivo de los derechos del hombre implica el respeto de los derechos
de los pueblos, hemos adoptado la Declaración Universal de los Derechos
de los Pueblos.
Que todos los que, a
través del mundo, libran la gran lucha, a menudo con las armas en la mano, por
la libertad de todos los pueblos, encuentren en la presente declaración la
seguridad de que su lucha es legítima.
* Declaración universal de los derechos
de los pueblos
Argel, 4 de julio de 1976
http://www.filosofia.org/cod/c1976pue.htm
Argel, 4 de julio de 1976
http://www.filosofia.org/cod/c1976pue.htm
* DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS
HUMANOS*
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