Letras tu revista literaria

viernes, 8 de junio de 2012

La lentitud del magma (Grecia y la blasfemia)


Por Pedro Luis Ibáñez Lérida* 

"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti
".
 John Donne


                        Hace 25 siglos un pequeño pueblo apenas cohesionado, concibió, construyó y consagró la contemporaneidad que hoy vivimos, no exenta de sinsabores, pero apreciable y vigente. En él cobraron sólidos cimientos, valores que impregnaron las soluciones racionales y emocionales de la convivencia social y política de los habitantes de una comunidad. El hombre iniciaba un nuevo tipo de relación con las divinidades y ese siempre ignoto campo del más allá. El arte, la razón, el derecho y la democracia desvinculados de la religión, la aplicación de la soberanía individual y colectiva marcaron un tiempo nuevo. Porque a diferencia de otras civilizaciones, la griega ha mantenido intactos la riqueza trascendente de un patrimonio, que no necesita ser conservado en museos. La permeabilidad y consistencia de la herencia helena se ha mantenido durante todo este tiempo. Por tratarse de un sinigual sentido de la demostración que los seres humanos pueden y deben arreglar sus problemas a través de la palabra. Lo cual implica el reconocimiento de igualdad entre las personas que suscitan ese tablero de comunicación. Iniciando el desapego de la brutalidad como respuesta y fin. Evidenciando en su faceta creativa, y constatable tras este dilatado tiempo, de un acusado contenido de todo ello en sus obras. Reflejo de una sociedad que es inspirada por sus protagonistas cuyos escritos forman parte insustituible y esencial de la cultura occidental. Y que, a su vez, es inspiradora de todo el legado que continúa siendo referencia, estilo y pensamiento.
                        Mucho ha llovido desde entonces, y diferentes etapas convulsas han jalonado su historia. Aunque la que más nos hace recelar, al igual que ha ocurrido en otros países europeos, es quizás la actual. La tasa de amoralidad cuantificada en los privilegios de banqueros y empresarios que hacen resentir el contrafuerte emocional de un pueblo empobrecido por la capacidad devoradora de aquéllos. Y es finalmente la incredulidad de los propios griegos la que acentúa la respuesta en los últimos comicios. Aunque en los resultados pueda reconocerse el grado de infectación, también lo es que una parte representativa ha optado por abundar en la salida europea.
Llegados a este extremo, ¿en que lugar se encuentra el debate político y moral frente a las tesis economicistas y austeras que estigmatizan a países como Portugal, Irlanda, España o Grecia? No es cuestión de debatir sobre el euro, o sí, pero sin olvidar la inicua resolución de elevar al máximo la austeridad y fiscalidad como únicas herramientas de futuro. Adolecemos de pensadores comprometidos que repongan en su estado más depurado la valoración e incidencia de sustituir gobiernos democráticos por tecnocráticos. En el caso de Grecia, a pesar de las múltiples descalificaciones de sus cuentas, han conseguido reducir el déficit inicial, sin el pago de la deuda, del 10,6 al 2 por ciento, de 2009 a 2011. En esta etapa de "políticos pigmeos", según afirma el esscritor y ensayista Tony Judt, son necesarios pensadores que descencerrojen el salón de plenos del debate político que desde la autonomía e independencia de ensamiento, reconstruyan el alma y el cuerpo de la civilización europea y, por tanto, la referencia clásica de su propio origen. El modelo griego de hace 25 siglos remozado frente a las experiencias neoliberales o lo que es lo mismo, el pensamiento paneuropeo en actitud crítica a la austeridad que está provocando una crisis existencial europea. Estamos ante una blasfemia en  el sentido que los griegos clásicos la entendían, pronunciar palabras de mal augurio durante un sacrificio. Porque, ¿como se entendería si no escrutar el destino económico y social desde el negativo presagio de un pensamiento que no se somete al sacrificio de los mercados?
                        En España la situación del desempleo alcanza una tasa del 24,3 por ciento. La primera de Europa, seguida de Grecia, 21,7 por ciento, que, en su caso, supera al juvenil y femenino, alcanzando el 52 y el 25,7 por ciento, respectivamente. Este panorama que se cierne con vocación redentora de los mercados posee el carácter blasfemo de las tesis, por ejemplo, del ex presidente de Bankia y sus saludables balances, el Banco de España y su impecable control o la del presidente del Tribunal Supremo y la rigurosidad en el empleo del dinero público. Aunque para blasfemias las que se gasta Javier Krahe pendiente de un juicio por la emisión de un documental en el que se oficiaba una receta de cocina sobre la cocción de un cristo. Las divinidades no necesitan la protección del ser humano, salvo en la versión más atrabiliaria del anacronismo. Como en lo económico, volver la mirada y recomponer el mapa humano de atrocidades nos interroga. No hace tanto siglos la blasfemia te encaminaba a la muerte. Hoy te sienta en el juzgado. Hace 25 siglos un pequeño pueblo ya resolvió estos horizontes. El mismo que abrió la perspectiva contemporánea desde la Antigüedad y ahora pena su defenestración institucional europea. 

   *Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com


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