La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne
Los adeudos monárquicos parecen
llevar a la familia real a un punto sin retorno. El embargo de los bienes de
los duques, a los que les fue arrebatada una calle en su propio ducado, no es
más que el síntoma del decadente principio regio, aún presente en las
sociedades contemporáneas. Nuestros vecinos galos optaron por cercenar sus
cabezas. No ha sido necesario tan cruento y bestial desenlace. Ellos mismos han
perdido la testa en esta carrera de desatinos que vienen protagonizando. Mucho
antes que el barrito del elefante le obligara al cariacontecido titular a pedir
perdón. Mientras el juez aguarda la lista de las propiedades del yerno del rey
para ejecutar la fianza, les han borrado del mapa del callejero balear. La
distinción aristocrática ha dejado paso a un desmelenado y chabacano
pronunciamiento: todo por la pasta. Y sin acritud.
La
dimensión de este mal parece no tener fin. El extesorero del Partido
Popular ha percibido de éste emolumentos por un valor prorrateado de 400.000
euros hasta final del año 2012, incluyendo la cobertura de la Seguridad social,
que confirma la especial relación de complicidad que mantenían. Los sobres
siguen remontando el vuelo y dejando una pesarosa y oscura estela de ruindad.
El presidente de los empresarios de Madrid y vicepresidente a nivel nacional,
CEOE -Confederación Española de Organizaciones Empresariales-, en la que tiene
como mano derecha a la esposa del presidente de la Comunidad de Madrid, se
reserva un espacio de reflexión para digerir el trago amargo. Y es que ensobrar
dinero debe de ser repelente al gusto. Sólo con humedecer con la lengua la
lámina adhesiva que facilita el cierre del sobre, podremos hacernos una idea de
lo que este hombre ha debido de soportar. Pues el número de sobres mensuales
que depositaba era mayúsculo. Qué agraz sensación. Qué amargura. Qué sinsabor.
Eso sí, la compostura no se pierde un ápice. Si egregio marcha el duque que
hace juego de palabras, con esa soltura de percha bienandante, qué decir de
quien solicita reflexión sobre la entrega de dinero a costa de la seguridad
social. Lo curioso es que gestiona todo tipo de servicios de restauración como
el Congreso, la Asamablea de Madrid, Moncloa o la sede de UGT -Unión General de
Trabajadores- y está imputado por el proceso defraudador de Bankia. La
compostura ante todo y ante todos. Y, por supuesto, sostenida bajo el esfuerzo
ímprobo de los trabajadores, en una especie de silencio de los corderos para
poder ser receptor de los sobres y complementar la nómina. El sobresueldo a
capricho es la arrogancia hecha caridad. Aunque para ésta la que despliegan los
gobiernos con los indultos y la pléyade de ilustres que son beneficiarios. Un banquero es indultado y
al acto a quienes se les invita a abandonar su casa por deudas con los bancos,
se le denomina -según el término jurídico- lanzamiento. Unos son
indultados y otros lanzados,...arrojados, expulsados. Aquéllos recuperan
la libertad y éstos se sumergen en el ostracismo social o finiquitan su vida.
Nuevos desahuciados, nuevos reos sociales pendientes de un finísimo hilo.
Resulta
bochornoso el grado de indignación y energía del presidente del Congreso,
"Procedan a su expulsión, coño". En respuesta a los miembros
de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que tras la aprobación de la
Iniciativa Legislativa Popular contra los desahucios, gritaban, "!Qué si
se puede!". Qué curioso que, por contra, vele con tanto celo la
comparecencia del presidente del Banco Central Europeo -BCE-. Procurando la
instalación de inhibidores para obstaculizar las informaciones, que sobre su
comparecencia se trataban de enviar desde
la institución en la que reside la soberanía nacional.
En
esta sucesión de hechos ya no sirve con cambiar el nombre de una calle. Las
aguas siguen tomando su cauce natural, la rambla. La inmundicia también se ve
arrastrada. Una mescolanza de cieno y lodo, espesa y corrompe el curso de los
acontecimientos. Mientras no existan albañales que deriven las aguas fecales,
no podremos despejar cuanto de inmundicia ciega los orificios que las mantiene
retenidas. El escritor luso José Saramago reflexionaba, "El menor
de los males de nuestra civilización es
la indiferencia y el mayor la violencia y ahora nos movemos inevitablemente
entre ambos polos negativos". La indiferencia se denota en la acción
política que discapacitada por sus propios ejecutores, queda como convidada de
piedra ante la desmembración social que es, a su vez, germen de violencia. Es
en este extremo donde se acusa el advenimiento de un proceso de segregación y
degradación. Si los ciudadanos son expulsados de sus propias casas, que más nos
queda aún por conocer. Nos convertiremos en exiliados dentro de nuestro propio
país.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 55-febrero-2013
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