La
capacidad de indultar que posee el gobierno se aproxima al mundo taurino y
no sólo por la utilización del mismo vocablo. El indulto no necesita, en ambos
casos, que su decisión esté motivada. Se lleva a efecto y ya está. El rigor de
la presidencia sobre los valores intrínsecos del morlaco en su embestida o del
gobierno en la calibración de su magnánimo proceder,
no es marchamo de garantía.
Simplemente una decisión que, visto las tomadas hasta ahora, dejan mucho que
desear.
La
pregunta es, ¿dónde está el límite? Conductores suicidas, policías
torturadores, políticos corruptos, banqueros estafadores... La lista no por
larga es menos intensa. Y no por intensa es menos aleccionadora en cuanto al
poder redentor del ejecutivo. Pensemos en la amnistía de los impuestos opacos –
regularización fiscal, según define el ministro de hacienda en un ridículo
empeño de revestir la conversión del fraude en legalidad- y el resultado
conocido en el extesorero del Partido Popular. Incitando a la sospecha sobre
quiénes pueden ser el resto de beneficiarios de esta medida y el origen del
montante económico que legalizan. El escritor italiano Luciano Bianciardi
manifestaba sobre su novela La vida agria que era "una historia
mediana y mediocre (...) y precisamente por ser mediocre creo que merece
la pena contarla". En esta novela la cotidianidad está amenazada por
la hostilidad del capitalismo que no cesa de lanzar dentelladas. Frente a éste
la utopía constreñida por el precio de la vivienda, la precariedad, el tráfico,
el absurdo contenido de la política y el vacío que deja a su paso. La deriva
del personaje protagonista no es consecuencia de la vida que lleva sino de los
bandazos del capitalismo en el proceso de readapatación al contexto
sociopolítico. Bianciardi se zafa de la maledicencia procaz y contestataria.
Diluye su rabia en una prosa sencilla y juguetona. Se ríe de si mismo y de las
vicisitudes que constata en su quehacer
diario. Tanto de él como de su personaje que se encamina a la autodestrucción.
Leyendo al autor de El mal oscuro, tenemos la sensación de haber vivido
de nuevo lo definido como situación actual de crisis. Así nos cuenta que todos
los médicos son de confesión católica. Y es que los enfermos son los únicos
culpables de su enfermedad. Los excesos
y el pecado desembocan en la ausencia de salud. Denota un sentido del humor que
compite con la lucidez que desprende. La conclusión sobre la situación social
es esa: la crisis es consecuencia de nuestros males y éstos sólo tienen una
resolución: el sacrificio abnegado del ciudadano, la fe ciega en las decisiones
políticas y el mercantilismo de estancias, hasta ahora, protegidas y amparadas,
más mal que bien, por la herencia y la costumbre: salud, educación, cuidados
asistenciales...
El beneplácito del indulto en el
campo laboral significa un descenso a los infiernos. La empresa
automovilística Nissan Motor Ibérica ha planteado a los sindicatos una nueva
fórmula de retribución salarial. El 40 por ciento del sueldo estará
condicionado por criterios de rendimiento productivo: asistencia,
comportamiento, aptitud y rendimiento.
Por lo que existirán trabajadores con la misma categoría y distinto salario. La
desigualdad llevada al extremo desquiciado del despropósito. La degradación
laboral es un signo de los Tiempos modernos. Como en la película del
mismo título de la que Charles Chaplin fue director, actor, guionista y
compositor. La mecanización del proceso productivo va sustrayendo la dimensión
humana del trabajo. No es que prescinda de él, sencillamente lo hace una pieza
más. Forma parte de un engranaje que lo despersonaliza y aliena. Lo convierte
en un elemento accesorio que puede ser cambiado por otro si llegara el caso. La
desregulación ha supuesto un cauce fértil para el síntoma más evidente de las
relaciones laborales: no existen. Como señala el señala el refrán "A
río revuelto ganancia de pescadores".
El
siencio es la embestida más dura. La no respuesta, la indiferencia, la
sensación de ninguneo y ese proceder autista de ausentarse de los procesos.
Podemos tildar esta actitud de cínica o hipócrita. Aunque la arrogancia suele
llamar a la coexistencia con la no asunción de la insoslayable realidad. El
abogado de María Gómez Valbuena -Sor María- ha solicitado el archivo de los dos
casos de niños robados. El reciente fallecimiento de la religiosa ha
sumido en el silencio una causa de dolor mantenido en el tiempo. La escritora
arriacense Clara Sánchez nos ofrece en su novela Entra en mi vida, desde
una perspectiva psicológica y haciendo especial reposo en los sentimientos de
las víctimas, un retrato sin juicios morales en el que los personajes femeninos
entrelazan sus vidas. El título de la obra responde a la reconciliación con el
duelo que comienza en orden inverso al que estamos acostumbrados. Adentrarse en
el dolor de la pérdida, hasta ahora, desconocida y súbitamente hallada. La
literatura se reconoce en el mar del lenguaje que, entre otras cosas, alivia.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 54-febrero-2013 http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm
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