La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne
Qué dirán en la intimidad. Pudor
y comedimiento públicos no distinguen a los dirigentes empresariales de la CEOE
–Confederación Española de Organizaciones Empresariales–. Dos caras de una
misma moneda encierran la tragedia. Mientras el presidente apostaba por el
subsidio a funcionarios, uno de sus vicepresidentes, cogido in fraganti
ensobrando mezquindad y latrocinio, pide un periodo de reflexión. No es
difícil, entonces, conceder la duda sobre su capacidad y sensibilidad social a
tan honorables y displicentes agentes sociales. Los mismos que procuran una
mayor severidad en las condiciones laborales y no cesan en solicitar exenciones
fiscales y disminución de salarios para hacer frente a la crisis. Qué dirán
cuando nadie les escucha y la visceralidad se nutra de la arrogancia que sí
hacen pública. El dramático panorama social contrasta con la carencia del
comedimiento y la mesura. Pero sobre todo de verdad. La verdad que depuraría
perfiles nocivos como éstos.
Qué
dirá en la intimidad el hoy consejero y accionista de Gas Natural-Fenosa y expresidente del
gobierno, sobre la construcción de un almacén subterráneo de gas y un gasoducto
junto al Parque Nacional de Doñana . No debe de decir mucho. Nada. La
materialización del proyecto depende en parte del del Ministerio de Industria.
El silencio es una forma de otorgamiento. Y en el consejo de administración de
esta empresa donde ejerce su cargo de asesor, han primado los intereses de ésta
más que otras variables ecológicas y conservacionistas. Suscita inquietud que
no hayan tenido reparos en iniciar el cerco intimidatorio a este entorno
natural. Y que va a afectar, si finalmente se lleva a efecto, a áreas
declaradas Lugar de Importancia Comunitaria, Zonas de Especial Protección para
las Aves y Humedal Ramsar. Ecosistema de un complejísimo equilibrio, que se
encuentra a la espera de los preceptivos informes de impacto medioambiental de
la Junta de Andalucía. Si bien ya ha recibido el visto bueno del gobierno.
Qué
dirá en la intimidad la joven militante socialista que reprobó y rechazó a
sus propios compañeros de partido la ética y estética de su acción política en
la Internacional Socialista. Sobre todo cuando, tras acompañada de un
parlamentario europeo de su partido, recibió las reprimendas ciudadanas en la
manifestación que reivindicaba la atención sobre la Iniciativa Legislativa
Popular contra los desahucios, y a favor de la dación en pago.
Qué
dirán en la intimidad los duques a los que se les ha arrebatado la
denominación de una calle, cuando a otros se les deja a la intemperie, a cielo
raso. Los asuntos monárquicos son del pueblo al que se deben y sirven, en esa
concepción moderna de los privilegios aristocráticos que, como en el caso de la
Iglesia, les convierte en especímenes de otro tiempo. Patético resulta
comprobar los derroteros por los que ciertos sucesos han definido la calidad de
la sangre azul. Los pormenores que salen a la luz son motivo de hartazgo. La
broma en las connotaciones privadas retuerce el
cuello de lo inesperado. A la chita callando el fraude institucional ha
sido consentido, admitido y respetado. Al socaire de la sombra regia, se
han acordado tejemanejes que aún queda
por determinar su calado.
Qué
pensaron las personas desahuciadas, antes que la lividez de su rostro
emergiera como fúnebre aviso. Qué se les pasó por la cabeza para liquidar su
existencia, y, como sirenas sin respiro, urgieran a poner freno a este horrendo
y mortal entuerto a quienes, a pesar de todo, hacen oídos sordos. Torvas
miradas las que en el debate del estado de la nación se vieron. Torvas no por
espantosas, fieras o airadas, sino por indiferentes. El Presidente del Gobierno
ni siquiera menciono a los desahucios. No llamó “al pan, pan y al vino, vino”
como no se cansaba de repetir en la oposición. Bellaca actitud la de los que se
guardan en la intimidad lo consabido. Mientras los ciudadanos gritan en la
calle que si se puede. Deshaciendo las torvas miradas de los que se
avienen a su propio interés personal o partidista, enfilando sus ojos y manteniendo
serena la actitud de no ceder un ápice a tamaña injusticia.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 55-febrero-2013