ALGO MÁS QUE PALABRAS
Por Víctor Corcoba Herrero*
Por Víctor Corcoba Herrero*
La cuestión de los misiles es un tema para la
reflexión internacional. Corea del Norte acaba de sorprender al mundo con el
lanzamiento de un cohete de largo alcance. Cualquier día lo hará otro país, sin
permiso y a lo que salga. No importan los efectos. A mi juicio, estamos ante
una carrera de absurdos que debemos frenar. Por tanto, lo que se debe hacer con
urgencia, no es sólo propiciar reuniones, sin también tomar decisiones, alcanzar
consensos para controlar este tipo de furias que no conducen a ninguna parte,
si acaso a la barbarie. Resulta irracional comprobar que el mundo se
empobrezca y, sin embargo, se llene de
armas. Es el momento de otros desafíos, como puede ser el del desarme, puesto
que cada vez más mujeres y niños son víctimas de la guerra. Desde luego, es
poco probable que una comunidad llena de
armas ilícitas avance hacia la
seguridad.
De
lo que se trata es de practicar la tolerancia, y para ello, en lo que se debe
invertir es en educación, jamás en la producción de artefactos. Por desgracia,
el comercio de todo tipo de armas cada día es más rentable para nuestra
fatalidad y la de todo el planeta. En lugar de poner en valor los propios
derechos-deberes, reproducimos actitudes injustas, aumentando los conflictos.
El sueño del desarme completo y universal tiene que ser posible. Necesitamos
ejercer de humanos, humanizarnos. Es evidente que cuanto más se dotan armamentísticamente
los países, más aumentan los peligros de incomprensiones, que de alguna manera
encuentran su aliento en las armas, en cambio, cuanto más disminuyen los
arsenales bélicos, menos se aviva la tentación de servirse de ellos.
De
todos es sabido que, en un mundo justo, no hacen falta muros de defensa, ni
misiles de alcance, y, en todo caso, los países deberían cumplir las
resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad. Hay que reconocer que
gracias a las actividades que llevan a cabo las Naciones Unidas en favor del
desarme, se ha conseguido ahuyentar muchas contiendas y calmar los ánimos. A mi
manera de ver, hay que seguir en esta línea pacifista hasta llegar a las mismas conciencias
ciudadanas, haciendo que todo gire alrededor de las personas. La misma economía,
a veces, actúa como un misil de enfrentamiento, puesto que lo único que parece
interesar es la ganancia personal a cualquier precio. Hasta el mismo
desarrollo, en ocasiones, también actúa como una bomba, puesto que nos
desequilibra y nos vuelve esclavos de un lucro interesado.
Con
las armas tampoco se puede jugar a divertimentos. Si un país amenaza o
quebranta la paz mundial, como puede ser este desafío de Corea de Norte a la Comunidad Internacional ,
pienso que han de imponerse sanciones económicas o comerciales, o tomar otras
medidas específicas como pueden ser restricciones diplomáticas y tantas otras
que han de ocurrírsenos. Ante este tipo de hechos, Naciones Unidas, debería
actuar con contundencia y salir fortalecida con el respaldo del mayor número de
países. El mundo tiene que aceptar las reglas de juego, democráticas y
democratizadoras, trazadas por las instituciones internacionales, de lo
contrario más pronto que tarde, aún nos faltarán armas para luchar en combate.
No se puede permitir que las leyes callen cuando los misiles silban a su antojo.
Cualquier
dispositivo que amplía la dirección y la magnitud de una fuerza, llámese misil o
proyectil, son instrumentos para matar y cuanto menos se fabriquen mejor. La
paz no se gana en ninguna batalla, suelen ser treguas, la auténtica armonía
suele ser más cuestión de corazón que de coraje. Pongamos, pues, la
inteligencia al servicio del amor y desterremos cualquier misil de nuestra
vista. Una sonrisa puede ser motivo más que suficiente para ganarse la amistad
de un contrario.
*Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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