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viernes, 13 de enero de 2012

Tráfico de influencias con las minas de la familia real española

Unos extractos históricos sobre ese viejo vicio de robar tan propio de nuestra familia real y cónyuges.

TRÁFICO DE INFLUENCIAS CON LAS MINAS.*


Hacia finales de 1830, María Cristina era una mujer muy rica: "La opinión pública -escribe el embajador francés Decazes-le atribuye grandes riquezas situadas en bancas extranjeras; yo creo que la cifra ha sido exagerada considerablemente (...) pero es cierto (...) que tiene una pronunciada inclinación hacia la economía. Se la acusa de haberse beneficiado de su ventaja particular para ciertos negocios financieros y hay cierta verdad en esta imputación: yo sé, sin que me queda duda, que ha recibido dos millones de reales en virtud del primer contrato por el cual los señores Rothschild se convirtieron en adjudicatarios de las minas de mercurio de Almadén.

MALVERSACIÓN DE FONDOS.*

Es difícil iluminar un asunto que la ex regente y su entorno se encargaron de oscurecer al máximo. En todo caso, lo que sabemos es bastante elocuente respecto a la privatización de fondos pertenecientes a la monarquía como institución. En la correspondencia cruzada de la ex regente y el que había sido su intendente particular, Manuel Gaviria, se da cuenta explícita de su creación, el 13 de agosto de 1834, de un llamado "bolsillo secreto" al que ordenó transferir una primera suma de 500.000 reales, a la que habrían de añadirse otras similares de forma regular.

*Extraído de Isabel Burdiel, Isabel II. Una biografía (1830-1904), págs 54 y 80.

TRÁFICO DE INFLUENCIAS CON EL CARBÓN ASTURIANO.*

En 1838, Aguado (banquero relevante) obtuvo del gobierno español la concesión para explotar los recursos hulleros de la cuenca central asturiana. Tal fue el origen de la extensa red de actividades industriales y financieras que se fue tejiendo en los años siguientes en torno a Aguado y sus empresas, subrogadas tras su muerte en 1841 por Fernando Muñoz, marido de la reina María Cristina. Puede decirse, pues, que bajo la regencia de María Cristina, en plena vorágine de la guerra civil y de la revolución liberal, se estaba fraguando uno de los mayores lobbies político-financieros de la España del XIX, en el que habrían de participar desde algunos miembros de la familia real española hasta la banca Rothschild y sus representantes en España.

*Extraído de Juan Francisco Fuente, El fin del Antiguo Régimen (1808-1868), pág. 125.

TRÁFICO DE INFLUENCIAS CON EL FERROCARRIL.**

José de Salamanca, concesionario de la línea Madrid-Aranjuez, en compañía con Fernando Muñoz, marido de la reina madre, al devaluarse sus acciones por la crisis económica de 1847, es nombrado ministro de Hacienda este mismo año por la reina madre, subvenciona ampliamente la compañía, se resarcen de las deudas (el ministro y la reina madre), la vende a continuación al estado por 60 millones de reales (el capital invertido era de 45 millones, y además ya subvencionado), y de inmediato es nombrado administrador de esa nueva compañía estatal (...) Salamanca, asociado una vez más con el marido de la reina madre y capitalistas ingleses, obtuvo las líneas de Madrid-Albacete-Alicante y de Madrid-Zaragoza-Alsasua. El emplazamiento de la estación Norte de Madrid se cambió para que, al hacerse en propiedades de la corona, la familia real se beneficiara de una desorbitada indemnización.

TRÁFICO DE ESCLAVOS.**

En 1837 se dictamina que "las provincias españolas de América sean regidas y administradas por leyes especiales y que los diputados de las mismas no tomen asiento en las Cortes". Contradicción inusitada: considerar provincias a unos territorios cuyos representantes no pueden formar parte del cuerpo legislativo nacional. Y es que interesaba mantener la anomalía, porque nunca se dieron tales "leyes especiales". Constituían todavía un campo inédito para la especulación y el amasamiento de fabulosas fortunas, la primera de todas ellas de la propia regente María Cristina. pero también de destacados militares de la filas liberales. Un régimen constitucional en las Antillas habría producido un cortocircuito en tan descaradas actuaciones de los peninsulares. Además era incompatible con la existencia de la esclavitud, el mayor necio del momento.
Es más: el tráfico de esclavos era ilegal, según convenios internacionales, rectificados por España en 1817 y 1835. Sin embargo, justos en estos años de la regencia de María Cristina es cuando se introduce el mayor número de esclavos.

**Extraído de Domínguez Ortíz, Historia de España, Vol 9. La transición del Antiguo al Nuevo Régimen (1789-1874), págs 339 y 395.

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