Letras tu revista literaria

miércoles, 29 de febrero de 2012

La lentitud del magma

Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti
".
John Donne



Restricciones, espejismos y tinieblas


                        La intransigente realidad compone un perverso cuadro de efectos. La melodía del desahucio, pérdida de poder adquisitivo, reducción de salarios, liberalización del despido y un panorama negro a corto y negrísimo a medio plazo, parecen recrearnos en la conocida fábula "El flautista de Hamelin", documentada por los Hermanos Grimm. La hilazón de estos hechos la mantiene el Gobierno del Partido Popular -PP-, desde que el pasado 20 de noviembre se alzara con la mayoría absoluta en un retroceso sin precedentes en el socialismo democrático representado por el Partido Socialista Obrero Español -PSOE-, y que conforme se aproxima el 25 de marzo, fecha de

las elecciones en la Comunidad Autonoma de Andalucía, evidencia un mayor síntoma de debilitamiento. Y no porque, precisamente, la alternativa conservadora sea un dechado de virtudes y esperanzas, todo lo contrario.

                        La ausencia de autocrítica, la permisividad con la corrupción, contenida en una tibia respuesta desmerecedora con la gravedad de los delitos, así como una indefinida línea de acción que irradie solidez y crédito en las actuaciones y no sólo mero efectismo mediático, son síntomas de un proceso de decadencia del PSOE tras 30 años de poder autonómico. Los ajustes económicos que afectan a la cobertura sanitaria y educativa, iniciados en Cataluña por Convergencia i Unio -CIU- y respaldados por el PP, son un adelanto inequívoco de lo que nos espera en el resto del territorio nacional. Si Mariano Rajoy, desde la oposición, aderezaba su discurso con la necesaria y obligatoria apelación a la verdad, para contrarrestar el exceso de optimismo de José Luis Rodríguez Zapatero, simulaba su estudiada estrategia con la pegadiza melodía del flautista para adular conciencias. Pero hete aquí que llegado el momento prescinde de aquélla y da entrada a los clarines. "Coger el toro por los cuernos" y ni corto ni perezoso despliega sus galanuras en la autojustificación. Porque la única salida posible es la que decide y toma el Gobierno por el bien de los españoles. Y es que a pesar de los sacrificios que quieren disponer como inherente proceso de cambio, no garantizan ni el más mínimo avance, ya que el horizonte redentor no se vislumbra con nitidez. Mientras las restricciones copan las más de las medidas gubernamentales, ya que otras se despachan, por ejemplo, con el refuerzo de referencias falsas de los libros de texto para suprimir la asignatura de la Ciudadanía, un emergente sentimiento de exclusión acompaña la soledad de sus decisiones. El común denominador de las políticas en Europa son los recortes que expresan la consistencia del espejismo como acción politica. Reducir costes puede entenderse como una primera apuesta con que hacer frente al despilfarro que resume un periodo de indolencia y perversión en la gestión de los recursos económicos públicos. Sin embargo, no puede ser la única ni categorizarse como la panacea que resuelva este travestismo político empeñado en sacudirse su responsabilidad. Antes porque no estaban ellos, y ahora porque la herencia recibida esta dilapidada.

                        La desproporción que procura la punta de lanza del Gobierno desprotege la integridad de los derechos sociales que, en el caso laboral, incurre en una fractura al atribuir un desmesurado poder a los empresarios. Conferirles atributos de merecimiento y compensación absolutos, niega cualquier bondad para los trabajores. La tragedia se cierne sobre éstos a quienes se les exige inmolarse en la pira económica que supone el despido libre. El valor del trabajo se menosprecia y minimiza reduciendo su repercusión. La cifra de desempleados trivializa el desencanto y procura el advenimiento de la apatía. Todo el proceso de reivindicación de los márgenes proletarios que comprimió la Dictadura, explotó con la pugna de los sindicatos en la reconquista y defensa de la libertad. La realidad del trabajador en la actualidad queda en las tinieblas de una reconversión del panorama laboral con una reforma adecuada a los intereses empresariales, que pretende, entre otros objetivos, paralizar la respuesta sindical. Pero lo que aparenta coherencia en la determinación de ensanchar las posibilidades de gestión económica, resulta un asqueante espectáculo en los desahucios. La intervención del Gobierno es irrisoria, ya que se ha limitado a proponer a la Banca un gesto de generosidad. La que, evidentemente, ésta no aplica ni por asomo. La solidaridad no es moneda de cambio para los avaros y codiciosos.          


*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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