Por Maite García Romero
“Lo más progresista es defender el derecho a la vida”. Por supuesto. Completamente de acuerdo con sus palabras, don Alberto Ruiz-Gallardón. Y déjeme decirle una cosa: esa declaración me reafirma que es usted una persona sensible y legal, conclusión a la que llegué después del diálogo que mantuvimos aquella mañana de domingo en la Feria del Libro de Madrid de 1993. Por ello, cuando el pasado día 31, durante la entrevista que concedió a TVE, declaró que “lo más progresista que he hecho en mi vida política ha sido defender el derecho a la vida”, de inmediato supe que esa declaración era auténtica, que nada tenía que ver con las arengas, soflama, artimaña y demás juego de palabras que suelen utilizar los políticos al comienzo de cada legislatura. En dicha entrevista dejó claro que a partir de la próxima reforma en la Ley del Aborto que piensa llevar a cabo, una mujer podrá interrumpir su embarazo en "aquellos modelos de supuestos en los que no haya reproche penal” y que esos supuestos serán fijados por el legislador así como que la nueva ley no contemplará el modelo de “plazos” introducido por el PSOE en la última reforma. Y aquí, permítame una salvedad: eliminar el derecho de las mujeres a decidir su maternidad y volver a poner la decisión de la mujer y su aprobación en manos de los profesionales no reduce en absoluto la tasa de abortos. Ahí tenemos los datos hechos públicos en España tras la entrada en vigor de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, en julio de 2010, que permite a la mujer abortar sin dar explicaciones hasta la semana 14 del embarazo y el número de abortos apenas varió un 1% al alza el año en que la ley entró en vigor y, en el segundo semestre de 2010, se registraron casi 4.000 intervenciones menos que en el primero, antes de la vigencia de la norma. (ElPaís)
“Lo más progresista es defender el derecho a la vida”. Por supuesto. Completamente de acuerdo con sus palabras, don Alberto Ruiz-Gallardón. Y déjeme decirle una cosa: esa declaración me reafirma que es usted una persona sensible y legal, conclusión a la que llegué después del diálogo que mantuvimos aquella mañana de domingo en la Feria del Libro de Madrid de 1993. Por ello, cuando el pasado día 31, durante la entrevista que concedió a TVE, declaró que “lo más progresista que he hecho en mi vida política ha sido defender el derecho a la vida”, de inmediato supe que esa declaración era auténtica, que nada tenía que ver con las arengas, soflama, artimaña y demás juego de palabras que suelen utilizar los políticos al comienzo de cada legislatura. En dicha entrevista dejó claro que a partir de la próxima reforma en la Ley del Aborto que piensa llevar a cabo, una mujer podrá interrumpir su embarazo en "aquellos modelos de supuestos en los que no haya reproche penal” y que esos supuestos serán fijados por el legislador así como que la nueva ley no contemplará el modelo de “plazos” introducido por el PSOE en la última reforma. Y aquí, permítame una salvedad: eliminar el derecho de las mujeres a decidir su maternidad y volver a poner la decisión de la mujer y su aprobación en manos de los profesionales no reduce en absoluto la tasa de abortos. Ahí tenemos los datos hechos públicos en España tras la entrada en vigor de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, en julio de 2010, que permite a la mujer abortar sin dar explicaciones hasta la semana 14 del embarazo y el número de abortos apenas varió un 1% al alza el año en que la ley entró en vigor y, en el segundo semestre de 2010, se registraron casi 4.000 intervenciones menos que en el primero, antes de la vigencia de la norma. (ElPaís)
Seamos
sinceros. La ley de “aquellos
modelos de supuestos” en los que no había reproche penal, era simuladora en el
supuesto de las personas que alegaban trastornos psicológicos de la madre, ya
que en ese apartado estaban acogidos nada menos que el 97 por ciento de los
abortos que se practicaban en este país. Jamás las leyes modifican
el número de abortos. Si una mujer se ve obligada a abortar buscará, téngalo
por seguro, el camino que sea. Luego lo único que se consigue con la
prohibición es una vuelta al aborto clandestino. Y eso lo sabemos de sobra.
Que
la primera medida en relación a la salud sexual y reproductiva sea la reforma
de la Ley del Aborto y no la prevención o el fomento de la educación sexual, no
me cuadra mucho en usted, la verdad. Pero bueno, ya se sabe que estas medidas siempre
hay que tomarlas por razones de partido. Que luego se cumplan ya es otro
cantar.
La
línea política que llevó el expresidente José Mª Aznar, que sin duda pasará a
los anales de la historia, viene a cuento con el tema que estamos tratando. Durante
la campaña electoral de 1996 se le llenó la boca de reniegos contra la ley
original del aborto de 1985, y al final de los ocho años de legislatura se
habían producido en España 511.429 abortos, un 152% más con respecto al último
año del PSOE. Y ni siquiera se llegó a realizar ninguna campaña de prevención y
sensibilización contra el aborto. Y para más inri, durante su mandato fue
cuando se aprobó la legalización y distribución de la píldora abortiva RU-486 (Ver aquí).
Pero claro, pensándolo bien: ¿cómo el expresidente José Mª Aznar y el
exministro de Justicia Jaime Mayor Oreja podían suponer que lo más progresista
es defender el derecho a la vida si ellos no son progresista sino
ultraconservadores? Era imposible. Usted, señor Gallardón, es sin duda distinto,
siempre se ha destacado por ese talante progresista que le ha granjeado la
simpatía de una gran parte de la izquierda y del centro, y, por qué no decirlo
también, el repudio de la extrema derecha. Por ello, al enterarme del
ambicioso plan de reformas que piensa llevar a cabo en la Ley del Aborto y en
la administración de justicia que supone una vuelta a los años 80, me quedé…
cómo decirle… un tanto confundida. Me pregunte: ¿estará intentando el señor
Gallardón engatusar a los sectores más conservadores? No, me dije. Su ambicioso
plan de reformas simplemente corresponde a un ministro debutante, nada más.
Volvamos a la entrevista de TVE. Afirmó
usted, señor Gallardón, que “el concebido y no nacido tiene derecho a la
protección”. Evidentemente, no se lo voy a discutir. Pero permítame que le haga
una puntualización: ese mismo derecho de protección lo tienen igualmente los ya
nacidos. Vamos a ver señor Gallardón: ¿sabía usted que el sistema
que está vulnerando en España los derechos humanos de los menores ingresados en
Centros de Protección Terapéuticos, sigue intacto nueve meses después de las
denuncias de Amnistía Internacional y el Defensor del Pueblo? ¿Sabía usted que los ingresos de los menores en dichos Centros
se llevan a cabo sin supervisión judicial y bajo criterios dispares según la
Comunidad Autónoma en que suceda? ¿Sabía usted que la protección jurídica de
los derechos humanos de los menores, en particular de aquellos “con trastornos
de conducta o en situación de dificultad social”, está en peligro al no existir
normas mínimas comunes compatibles con el interés superior de los menores y que
puedan ser exigibles en todo el territorio español? ¿Sabía usted como Ministro
de Justicia, que los menores son personas con derechos y pese a ello las
autoridades siempre han rechazado o minimizado las denuncias sobre los abusos y
vejaciones que soportan? Ver aquí
Ante esta situación, es penoso
comprobar cómo las autoridades estatales y autonómicas muestran más
preocupación por su propia imagen que por una revisión seria de su normativa,
políticas y acciones institucionales, llegando incluso a tratar la situación
denunciada como un asunto de simple alarma social. Ahora, cuando surge un caso
de extrema violencia cometido por un menor, ustedes los políticos, como única
solución, proponen rebajar la edad penal a los doce años. Y yo me pregunto: si
un hecho delictivo es cometido por un menor de doce años, ¿no se repetirá la
misma situación que hoy ocurre con los menores de catorce años? Y si esto
ocurre, ¿se volverá a proponer otra rebaja a los diez años? ¿A los ocho? ¿A los
seis? ¿Es esta medida realmente una solución, señor Gallardón?
Si a una sociedad sólo le queda
el Código Penal para defenderse, incapaz de inculcar el respeto a la libertad y
a los derechos humanos de los demás y sobre todo de los menores, es una sociedad
completamente enferma. Una sociedad abotargada de información pero carente por
completo de sentido común.
Ministro Ruiz-Gallardón, los menores son personas con
derechos. Y defender esos derechos es defender la vida. No lo olvide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario