La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porqueestoy ligado a la humanidad;
por consiguiente nuncahagas preguntar por quien doblan las campanas:doblan por ti".
John Donne
por consiguiente nuncahagas preguntar por quien doblan las campanas:doblan por ti".
John Donne
En su reciente visita a Brasil, el Papa
Francisco expresaba: "Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que
crece". Y si bien el desafío de Su Santidad se corresponde a otras
facetas espirituales, no podemos olvidar las de andar por casa. Tan cercana a
nuestra realidad cotidiana pidiendo una sólida acción para defender "a
los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicos que claman al
cielo". En su amplia dedicatoria a tratar temas mundanos, no desestimo
valorar positivamente la laicidad del estado, "que, sin asumir como
propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor
religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas".
Tendrá que adentrarse en los aparentemente inaccesibles recodos -como en
cualquier gobierno o estructura de poder- de las cloacas del Vaticano, para que
fluya y depure la corriente de los acontecimientos inmorales conocidos. El
escritor polaco Zbigniew Herbert en su obra El laberinto junto al mar,
colmaba la expresión de acerada y puntiaguda sencillez, "El único
camino que nos acerca al mundo es la compasión". Sentir compasión por
este papa parecería un sacrilegio. Pero a la vista de lo que es el innombrable
cúmulo maldades que cubren el cielo y plagan de sombras la tierra, habría que,
al menos, tenerlo en cuenta para quebrar el cerco que nos atenaza y nos reduce
a cifras. Guarismos sin alma. Desperfectos que no tienen arreglo ni reparación.
Así nos define el Fondo Monetario internacional -FMI- cuando sin recato propone
a España reducir los sueldos a un 10 por ciento para crear empleo. Además de
revisar el gasto en pensiones, sanidad y educación.
Incendios
y ladrillos nos rodean. Según la página web España en llamas, entre
los años 2001 y 2011 se produjeron 187.239 incendios forestales. Provocando una
superficie quemada de 1.239.524 hectáreas. Green Peace en su informe Destrucción
a toda costa 2013 concreta que entre 1987 y 2005, el litoral ha sucumbido
ante el ladrillo y el cemento. La comparación es lo suficientemente descriptiva.
En ese periodo las costas españolas han sido mutiladas: la superficie de
pérdida es equivalente a la construcción diaria de ocho campos de balompié. El
futuro más inmediato no es nada esperanzador. La futura ley de costas impulsada
por el gobierno, pretende que la lengua de arcilla y materiales calcáreos asome
sin verguenza en el resto de los malogrados paisajes costeros, pero aún
intactos. El fuego y la construcción desmedida han convertido nuestro entorno
en un erial. Es otro cerco que nos amenaza en esa lenta progresión de deterioro
del medio natural. Dos frentes que acabaran uniéndose para reducir a la más
indigna y miserable herencia el préstamo de nuestro hijos.
La
mentira nos circunda porque no hay el menor disimulo en ejercerla, en
articular la voz de la conciencia como una simple pieza de parchís que se mueve
por el antojadizo número de puntos que señala el dado. Los tahúres extienden el
malévolo estado de sitio en el que todo es lo que parece. El desapego a la
verdad -como un virus infeccioso- va contagiándo y delimitando los espacios de
integridad hasta reducirlos a cenizas -como en el caso de los incendios- o a la
construcción paradisiaca y efectista -como las efectuadas en las costas- y
ocultar la triste desgracia que la verdad se encuentra en regresión. En el año
1917 el poeta sevillano Antonio Machado publicó Campos de Castilla. Componía
esta hermosísima obra poética los llamados Proverbios y cantares. En
ellos la reflexión existencialista contiene una poderosa carga de melancolía y
nostalgia, pero también de crítica a la sociedad española. Así en el enumerado
como XLIX, afirma: "¿Dijiste media verdad / Dirán que mientes
dos veces / si dices la otra mitad". En el contexto actual no
es necesario mentir dos veces, se miente descaradamente, sin rubor, a cuerpo
gentil, sin sutilezas ni medias tintas. Así lo define el escritor Antonio Muñoz
Molina: "Una ventaja de esta época sombría es que la desvergüenzade los
que manadan se ha vuelto tan absoluta que ya no hacen falta especiales
sutilezas para adivinar los propósitos de sus actos, y ni los más incautos
corren peligro de engañarse sobre ellos" El pasado 26 de julio se
cumplió el 138 aniversario del nacimiento de Antonio Machado. Él también tuvo
que eludir el cerco. Antes que sus pasos mortecinos, como tantos otros
exiliados españoles de la guerra Civil, terminaran en Colliure, una larga,
penosa y angustiosa travesía revelaba ese sentir estoico. El poeta Francisco
Vélez Nieto lo expresa con esta extrema sensibilidad: "Por eso esa
madre, tan avanzada en edad, caminó a su lado sostenida por el tesón y la
ternura. Y desde los adentros de ese cariño al hijo derrotado, extenuado y
enfermo, más ligero de equipaje que nunca en su modesta existencia, ella, como
una pluma es llevada en los brazos del escritor Corpus Vargas que se ha volcado
en atenciones para toda la familia de los Machados. Así va cruzando la raya
fronteriza que separa a España de Francia, tras una larga noche triste en un
vagón de tercera en vía muerta, descansando de la huída de la crueldad de un
pueblo enfrentado, de la asolada España. Y esta anciana desfallecida, camino
del exilio con un hilo de voz pregunta: “¿Llegamos pronto a Sevilla?”.
Los
cercos nos mantienen pasivos, domesticados, ausentes, groguis, apiñados,
asépticos. Nada nos impide quebrarlos, salvo nuestra indolencia. Siendo así, la
verdad se convierte en proscrita y clandestina. El temor y el recelo nos atan a
la conformidad, a la aceptación de los términos falaces. En fechas no muy
lejanas, los ciudadanos que se manifestaban en contra de los desahucios fueron
calificados de nazis y terroristas con la severidad que se hace
gala desde los púlpitos políticos. Ahí es nada. El cerco que mantiene con su
mayoría parlamentaria estaba siendo amenazada. En realidad lo eran sus mentiras,
las que penden del basto hilo de la ignorancia ilustrada.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
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