La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne
John Donne
La debilidad del poder se
gesta desde el propio poder. Y no es producto de estrategias o maquinaciones en
ocasiones en las que, como en el caso del 25 de septiembre, la policía,
refrendo del poder ejecutivo, hace demostración patente de miedo. Esa sensación
se traduce en la saña con la que quiso"restablecer el orden" .
Pero, ¿de dónde proviene esa pulsión de
visceral intencionalidad represora sin medida?. Las imágenes de las
persecuciones y cacheos en la estación de ferrocarril de Atocha incrementan
este interrogante. En algunos momentos asistimos a escenas parejas al salvaje
Oeste Americano, con pistola en mano, ademanes altaneros y trato vejatorio. En
la propia calle la acción no deja de producir rechazo e indignación. Por
identificar alguna, resultó patético como arrastraban a aquel hombre por la
carrera de San Jerónimo. Antes lo habían sacado del grupo de manifestantes a a
empellones. Este temor no sólo se circunscribe a las decisiones
gubernamentales. Las medidas, posteriormente retraídas, del poder judicial
parecen poner en entredicho el derecho de reunión y manifestación. Las
declaraciones de la Delegada del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Madrid,
no se corresponden con un lapsus, torpeza o desconocimiento. Parecen impelidas
por este ambiente proclive al pánico que, poco a poco, va contagiando la
desmesura política. De las múltiples manifestaciones que se han celebrado a
raíz de la postura omnímoda del gobierno de aplicar a machamartillo políticas
de ajuste, apenas han ocurrido incidentes que puedan encuadrarse en actos
violentos. Entonces, por qué ese virulento proceder. La participación activa y
protagonista del ciudadano en los problemas de trascendencia social no puede ni
debe considerarse como una amenaza. Más bien al contrario. Sin embargo pone en
entredicho la representatividad al superponerse sobre ésta y adquirir el primer
plano de acción política. La política no sólo atañe a los políticos, aunque
pretendan aglutinar el máximo de influencia sobre ella. La falta de control es
lo que produce ese miedo. La rebeldía también puede ser democrática.
La
sociedad civil parece salir de un letargo que tuvo su despertar en el
movimiento 15M. Generó un grado de confianza y autoestima en el ciudadano
anónimo que sus consecuencias reparadoras aún subsisten en el sustrato de las
convocatorias que se viene produciendo desde diferentes posicionamientos
críticos y democráticos. Desde el gobierno, con el presidente a la cabeza, no
dudan en tratar de crear cargo de conciencia al ciudadano e insisten en sus
justificaciones presupuestarias y ecónomicas, así como el de la imagen externa.
En otros contextos, por ejemplo en la llamada "Primavera Árabe"
el pulso democrático de un pueblo que reivindica sus derechos, se mide en la
visibilidad que logran procurar en las
plazas públicas. Sin embargo, en sociedades como la española, portuguesa o
griega, con un nivel de convivencia democrática de cierta tradición, parecen
invertirse los términos. Lo que realmente colea es la desafección del poder
político. La cuestión no radica exclusivamente en los efectos perniciosos de la
corrupción, es más profundo que eso. La sensación de irreversibilidad de este
momento político que parece conducirnos a un callejón sin salida es muy
poderosa. Resulta poco alentador enfocar las posibilidades de recuperación
económica en la regresión de incentivos sociales. Ciertos límites se han
traspasado cuando se reduce significativamente la apuesta máxima de futuro y
bienestar: la salud y la educación.
El
candidato republicano a las próximas elecciones en Estados Unidos no tiene
cortedad en calificar de parásitos a sus compatriotas que viven de algún
subsidio público. Pensar qué diría de las siete entidades bancarias españolas
que necesitan 53.745 millones de capital público para sanear su nefasta
gestión, debe ser poco recomendable para oídos castos. Según los informes del
Banco de España, Bankia concedía préstamos sin garantías de la capacidad de
pago del beneficiario. Las cuatro entidades "nacionalizadas"
-Bankia, CatalunyaBank, NCG Banco y Banco de Valencia- suman más del 86 por
ciento de las necesidades del sistema financiero. Mientras tanto los medios de
comunicación públicos sufren un vertiginoso descenso de la audienciaen los
informativos. El crédito que obtuvo en años anteriores se ha extinguido en un
abrir y cerrar de ojos. Y es que desvincular la información de criterios
eminentemente periodísticos para situarla bajo el paraguas político, sólo puede
contraer la respuesta del televidente de obviarlos pulsando el botón off.
Igualmente los ciudadanos no se resignan y expresan su inconformismo haciendo
caso omiso a las declaraciones del presidente del gobierno que habla de esa
"mayoria que no se manifiesta" y oprimen la tecla on en
la reactivación de un protagonismo emergente en la acción política y no
subsidiaria de su representatividad.
Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida.
Contacto: pedrolerida@gmail.com
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