La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne
John Donne
Atendiendo
a la mutabilidad de la política y a su gesto más amable. Entendiendo éste
como la superación de límites, hasta ese momento infranqueables. Y que
milagrosamente, en breve espacio de tiempo, pasan a ser considerados como
marginales o reductos de otros que ahora parecen impensables. Y en los que un
ordenamiento jurídico, al igual que el actual y del que tanto se empecina el
gobierno en blindar, daba legitimidad a sus órganos de gobierno. No es
descabellado poner entre interrogantes lo que, si bien cumplió su función
intermediadora o de transición, pueda verse cuestionada en su validez actual.
La identidad de un pueblo, entre otros razonamientos, se refuerza
ideologicamente con la pugna que mantenga con respecto a un contrario. Y si
bien esa interrelación puede parecer compleja en sus formas, los niveles de
coexistencia superan esa aparente dificultad. El grado de desafección de los
ciudadanos hacia las políticas encaminadas a componer su propia personalidad
histórica en contraposición al estado vecino, es un indicio del subrepticio
interés antagónico que les mueve a los que las aplican, más que el de la propia
identidad. Curiosa soberanía la que se jacta de sí misma en una perspectiva
sumida en la escenografía de los campos de fútbol. Más allá de la concepción
mediatizada y seguidista de estos impulsos sociales, en muchos sino en todos,
orquestados para reconducir la masa, sólo cabe la mirada circunspecta y
perpleja de quienes asistimos a un nuevo
episodio de catarsis colectiva. En ese estado de cosas, el pensamiento y la
reflexión sobre el futuro más próximo, sea éste cual fuere, quedan relegados a
la deserción del discurso político.
La
soberanía europea está subrogada. Si no a qué viene el incansable y cansino
percutor germano, tratando de asegurarnos el futuro con la indócil apuesta por el ajuste, sin final
cierto ni apenas vislumbrado. La expectante irrupción del primer ministro
francés y su apuesta por el crecimiento, se ha visto reducida como un soufflé.
La piedra de toque ha sido el viaje de la Canciller a Grecia. La respuesta
social contundente. Al igual que la suya
al no ceder ni un milímetro en sus posiciones ya conocidas. El gobierno griego
secuestra su propia soberanía y, con ella, la de sus ciudadanos: detenciones
preventivas, cierre de los accesos al centro de la ciudad, suspensión del metro
para reducir la movilización de los manifestantes ilegales al no autorizar
ninguna manifestación alrededor del Palacio de Gobierno y más de 7000 policías
con el apoyo de francotiradores desde los tejados. El FMI –Fondo Monetario
Internacional- acaba de sustraer a España otro grado de soberanía más, cuando
establece entre sus previsiones, que el crecimiento previsto por el Gobierno es
irreal. La inmediata de éste ha sido aseverar, a través del ministro de
Economía, que continuará en su afán de
equilibrar las cuentas públicas. Eso sí, con la aplicación de nuevos ajustes
que se corresponde con el nivel de soberanía tutelada que acentúa este proceso
donde el capitalismo halla asiento y reposo.
En
Cuba y Corea del Norte, aún desconocen el sabor de la coca-cola. La
actual Myanmar–anteriormente Birmania- ha dejado de pertenecer a este trinomio
y se ha dejado seducir por la bebida aromatizada. Parece haberse redimido de su
pasado represivo, cuando la secretaria de Estado de Estados Unidos revocaba la
suspensión de las sanciones que impedían invertir en el país. Las secuelas son
evidentes si recordamos el rostro de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz
en 1991, que no pudo recogerlo por el arresto domiciliario que padeció durante
dos décadas durante la dictadura militar . Otra soberanía se transfigura con
los laberintos económicos que permiten pasar de un extremo a otro.
En
el cuarto mundo, las necesidades perentorias se ven suspendidas por la carencia
de corresponsabilidad entre las diferentes administraciones públicas
competentes y la no interlocución entre ellas. La soberanía individual se
constriñe con la reducción de lo servicios sociales y comunitarios abocando al
desamparo a los ciudadanos desahuciados y sin recursos. La Asociación
Proderechos humanos y de Juristas 17 de marzo, han denunciado ante la
Organización de las Naciones Unidas -ONU- a los gobiernos de España, Junta de
Andalucía, Ayuntamiento de Sevilla y la empresa de aguas municipal EMASESA. Por
permitir la situación de precariedad e insalubridad que sufren desde hace varios meses -concretamente cinco-, tras
ocupar viviendas vacías de promoción pública, tras ser desahuciados. Sufren,
desde entonces, la falta de agua, luz,
calefacción, a pesar de su interés en abonar los servicios y un alquiler
asequible. Se trata de la llamada popularmente “Corrala Utopía”, del
barrio sevillano de San Lázaro. Son más de 100 personas, de las que una tercera
parte son niños y bebés. Al fin y al cabo, sólo reclaman y reivindican el
respeto a su propia soberanía, que no es otra que la de cualquier ser humano.
Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida.
Contacto: pedrolerida@gmail.com
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