Letras tu revista literaria

viernes, 12 de octubre de 2012

Soberanía


La lentitud del magma


Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
 



"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne








                        Atendiendo a la mutabilidad de la política y a su gesto más amable. Entendiendo éste como la superación de límites, hasta ese momento infranqueables. Y que milagrosamente, en breve espacio de tiempo, pasan a ser considerados como marginales o reductos de otros que ahora parecen impensables. Y en los que un ordenamiento jurídico, al igual que el actual y del que tanto se empecina el gobierno en blindar, daba legitimidad a sus órganos de gobierno. No es descabellado poner entre interrogantes lo que, si bien cumplió su función intermediadora o de transición, pueda verse cuestionada en su validez actual. La identidad de un pueblo, entre otros razonamientos, se refuerza ideologicamente con la pugna que mantenga con respecto a un contrario. Y si bien esa interrelación puede parecer compleja en sus formas, los niveles de coexistencia superan esa aparente dificultad. El grado de desafección de los ciudadanos hacia las políticas encaminadas a componer su propia personalidad histórica en contraposición al estado vecino, es un indicio del subrepticio interés antagónico que les mueve a los que las aplican, más que el de la propia identidad. Curiosa soberanía la que se jacta de sí misma en una perspectiva sumida en la escenografía de los campos de fútbol. Más allá de la concepción mediatizada y seguidista de estos impulsos sociales, en muchos sino en todos, orquestados para reconducir la masa, sólo cabe la mirada circunspecta y perpleja de quienes asistimos a un  nuevo episodio de catarsis colectiva. En ese estado de cosas, el pensamiento y la reflexión sobre el futuro más próximo, sea éste cual fuere, quedan relegados a la deserción del discurso político.

                        La soberanía europea está subrogada. Si no a qué viene el incansable y cansino percutor germano, tratando de asegurarnos el futuro con la  indócil apuesta por el ajuste, sin final cierto ni apenas vislumbrado. La expectante irrupción del primer ministro francés y su apuesta por el crecimiento, se ha visto reducida como un soufflé. La piedra de toque ha sido el viaje de la Canciller a Grecia. La respuesta social  contundente. Al igual que la suya al no ceder ni un milímetro en sus posiciones ya conocidas. El gobierno griego secuestra su propia soberanía y, con ella, la de sus ciudadanos: detenciones preventivas, cierre de los accesos al centro de la ciudad, suspensión del metro para reducir la movilización de los manifestantes ilegales al no autorizar ninguna manifestación alrededor del Palacio de Gobierno y más de 7000 policías con el apoyo de francotiradores desde los tejados. El FMI –Fondo Monetario Internacional- acaba de sustraer a España otro grado de soberanía más, cuando establece entre sus previsiones, que el crecimiento previsto por el Gobierno es irreal. La inmediata de éste ha sido aseverar, a través del ministro de Economía, que continuará  en su afán de equilibrar las cuentas públicas. Eso sí, con la aplicación de nuevos ajustes que se corresponde con el nivel de soberanía tutelada que acentúa este proceso donde el capitalismo halla asiento y reposo.

                        En Cuba y Corea del Norte, aún desconocen el sabor de la coca-cola. La actual Myanmar–anteriormente Birmania- ha dejado de pertenecer a este trinomio y se ha dejado seducir por la bebida aromatizada. Parece haberse redimido de su pasado represivo, cuando la secretaria de Estado de Estados Unidos revocaba la suspensión de las sanciones que impedían invertir en el país. Las secuelas son evidentes si recordamos el rostro de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, que no pudo recogerlo por el arresto domiciliario que padeció durante dos décadas durante la dictadura militar . Otra soberanía se transfigura con los laberintos económicos que permiten pasar de un extremo a otro.

                        En el cuarto mundo, las necesidades perentorias se ven suspendidas por la carencia de corresponsabilidad entre las diferentes administraciones públicas competentes y la no interlocución entre ellas. La soberanía individual se constriñe con la reducción de lo servicios sociales y comunitarios abocando al desamparo a los ciudadanos desahuciados y sin recursos. La Asociación Proderechos humanos y de Juristas 17 de marzo, han denunciado ante la Organización de las Naciones Unidas -ONU- a los gobiernos de España, Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Sevilla y la empresa de aguas municipal EMASESA. Por permitir la situación de precariedad e insalubridad que sufren desde  hace varios meses -concretamente cinco-, tras ocupar viviendas vacías de promoción pública, tras ser desahuciados. Sufren, desde entonces, la  falta de agua, luz, calefacción, a pesar de su interés en abonar los servicios y un alquiler asequible. Se trata de la llamada popularmente “Corrala Utopía”, del barrio sevillano de San Lázaro. Son más de 100 personas, de las que una tercera parte son niños y bebés. Al fin y al cabo, sólo reclaman y reivindican el respeto a su propia soberanía, que no es otra que la de cualquier ser humano.

Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. 


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