Letras tu revista literaria

viernes, 19 de octubre de 2012

Afinidades y desafecciones literarias


La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
 



"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne

 

Los premios y los reconocimientos forman parte de ese entramado social que dispone las celebraciones y valías dependiendo de quién y cómo. En los primeros, el  fallo del jurado suele venir acompañado de ciertos augurios de concesión interesada, que es una forma generalizada de fomentar el amiguismo y la complacencia. En los segundos el carácter oficial abunda en la creciente y mal entendida primacía de reconocer los servicios prestados, aunque éstos sean coincidentes con las obligaciones del cargo.

La concesión del premio Nobel de Literatura y las connotaciones políticas que lo rodean hablan, sin lugar a dudas, de ese proceso taimado que parece advertirse  cuando el aspecto que debería exclusivamente tenerse en cuenta, en este caso el puramente literario, queda en entredicho. Como reza una bellísima cita en la Librería Padilla de Sevilla, “Leer todos los libros del mundo es imposible, pero hay que intentarlo”. Sinceramente por mucho, en mi caso un verdadero placer,  que el empeño fuera denodado en adquirir una mayor capacidad lectora, no creo que me topará con la obra de Mo Yan. Entiendo que por desconocimiento. Aunque me alivia, en cierta manera, pensar que no soy un caso excepcional por las conversaciones que he mantenido sobre ello estos últimos días. El criterio que sostiene este premio no es precisamente alentador si hacemos un recorrido por los escritores, a los que ni siquiera les llegó el eco de tan altísimo grado literario. Como por ejemplo, Borges, Tolstoi, Pessoa, Cortázar, Valle-Inclán...

No hablamos de su acontecer y posicionamiento vital, lo hacemos de su quehacer literario que, en cualquiera de sus formas, no tiene por qué corresponderse con aquélla. La literatura con mayúsculas no viene refrendada por una impoluta e íntegra biografía. Su calidad es inherente al escritor, sean cuales sean sus puntos de vista sociales o políticos. Desmerecer al hombre no tiene por qué acarrear rechazar su arte.

El autor de “Sorgo rojo, la obra más conocida de Mo Yan gracias a la adaptación cinematográfica que en 1987 dirigió su compatriota Zhang Yimou en su debut como director, y que fue ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1988, es vicepresidente de la Asociación de Escritores Chinos y participó en el septuagésimo aniversario de Mao Zedong sobre Arte y Literatura. Se le reprocha que nunca se haya pronunciado sobre la persecución de los intelectuales. Los disidentes lo califican de colaboracionista y complaciente. Recordemos que en el año 2010 recayó el Premio Nobel de la Paz en  el intelectual y escritor chino, Liu Xiaobo, por escribir un manifiesto democrático, que provocó una situación de tensa relación diplomática entre China y Noruega, aún pendiente de resolución. La pena que sufre es de 11 años de cárcel. La reacción del gobierno chino pareció provenir de una rabieta mal contenida. Crearon los premios Confucio para contrarrestar la que consideran propaganda occidental, al enjuiciar la inclinación a premiar a disidentes evitando a ciudadanos chinos que no están enfrentados con el gobierno. Sonrisa macabra la que se dibuja en los labios, si hacemos  memoria de otros galardonados por el pacifismo del Nobel. Por ejemplo, Kissinger.

 El comportamiento no tiene por qué influir en la consideración de la obra de un creador. Ésta es independiente al trasunto humano. La notoria y gran literatura no puede estar condicionada por la orientación política, sexual, la asunción del sistema, la marginalidad, la exclusión o la depravación de quién es su autor. La obra tiene su propia personalidad que no tiene por qué definirse con la de aquél. En caso contrario la literatura estaría sentenciada a morir en breve plazo. Me refiero a la buena literatura, la que no necesita nada salvo la atención de un lector crítico.

Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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