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lunes, 23 de abril de 2012

Petróleo y Conflicto, dos términos inseparables


Por Eduardo Pérsico*

…nosotros fuimos víctimas de la lucha
                                         sorda por el petróleo.
                                        Juan Domingo Perón en 1955.          

       

           Un precedente a lo dicho por Perón ya depuesto de su segunda presidencia sería lo ocurrido en diciembre de 1907 cuando en Comodoro Rivadavia,  sur de la Argentina, una perforación de quinientos metros en busca de agua halló ‘un kerosén de la mejor calidad’, según dijera una dependencia oficial sin sospechar que esa napa de petróleo sería una riqueza incalculable para los argentinos futuros. Y enseguida nomás en el mismo 1907 ya se cruzarían los defensores del inalienable bien patrimonial de los argentinos con quienes apreciaban en ese potencial petrolero un negocio de las compañías extranjeras ‘únicas dotadas para una buena explotación del suelo’. Ese añejo discurso siempre persiste y esa vez, ni bien el entonces presidente Figueroa Alcorta dictó una Ley de Tierras protectora de esos desmesurados territorios explotables, una decisión que pronto recibió una campaña que nos informaba de nuestra incapacidad para explotar  yacimientos de subsuelo. En verdad una certeza que también por entonces ya era manejable y hoy en el siglo veintiuno siguen recitando los fabricantes de opinión neoliberal, que ni se obligan a releer el informe que  en 1909 diera la ‘Compañía Nacional de Aceite’ de la Standard Oíl a propósito de los descubierto en el sur: ‘ese asfalto sin calidad no es combustible’ y punto. En tanto el laboratorio del Ministerio de Agricultura ante la misma muestra sostuvo que el poder calorífero y la falta de sustancias nocivas hacían de ese mineral ‘un excelente recurso de combustión’. La guerra ya empezaba y si cada defensor del patrimonio nacional opinaba, los contrarios a un Estado participativo le negaban a este la menor eficacia para administrar un negocio gigantesco que los excluyera. Igual por 1910 la producción de petróleo en Comodoro Rivadavia alcanzó a 3.300 metros cúbicos, las pruebas con las locomotoras del ferrocarril Sur de Avellaneda a Temperley fueron exitosas y el gobierno nacional seguiría gestionando. En 1915 se inició la explotación de  Plaza Huincul y en 1916 se extrajeron 138.000 metros cúbicos en total, pese a las bajas condiciones técnicas y la mala disposición del ejecutivo nacional del presidente Victorino de la Plaza, quien fracasara ante sus correligionarios al proponer ‘la entrega a particulares la explotación de las reservas’. La lucha por el petróleo hasta desempolvó las contradicciones de cierto nacionalismo como el del prestigioso ingeniero Huergo, quien dijera que la norteamericana Standard Oil y sus procedimientos ‘eran juzgados como actos de piratas usurarios’ en tanto a ‘los particulares caballeros ingleses de la Royal Dutch’ él los estimaba según activos socios para nuestro país. Un juicio que más tarde el prestigioso general Enrique Mosconi fulminara en 1922 cuando Hipólito Irigoyen lo ungió Director General de la reciente YPF  y él calificó iguales a las dos compañías: ‘una es una cuerda de cáñamo y la otra de seda, y las dos pueden servir para ahorcarnos’. Que ratificaría en  esos años el grandioso escándalo ocasionado por los manejos de la Standard Oil para lograr la explotación en la provincia de Salta, contaminado en 1924 a varios políticos y dos diarios, - El Intransigente y Nueva Epoca- que se lanzaron en defensa de la ‘patria chica’ creando un Comité Defensor del Petróleo provincial en contra de YPF y del gobierno nacional. Una asonada que puso a esa provincia al borde una escisión y el riesgo de su integridad territorial. Que alcanzó la desmesura cuando el sector salteño más adinerado y pudiente seducido por la empresa petrolera extranjera, la Standard Oil, sin remilgos se lanzó contra de empresa nacional YPF.



     Esa desavenencia duraría años y sería tan preocupante como el contrato que con la California Argentina de Petróleo, - nombre ocasional con sede en Delaware, Estados Unidos, ligada a la Standard Oil  y muy activa en la Guerra Fría de esos años- impulsara el general Perón antes de ser derrocado. Una negociación que entonces despertó el interés de todos los argentinos y que al unir el arco opositor íntegro en su contra mucho averió políticamente al peronismo. Hasta que una  vez caído Perón el gobierno provisional siguiente del general Eduardo Lonardi  dejó vencer los plazos y el contrato acabó. Por ese mismo tiempo dijo Perón que a él lo habían depuesto porque los recursos petroleros argentinos no debían ser explotados a favor del desarrollo del país, ‘y no es difícil comprender que en materia de petróleo, los capitales definidos como europeos son esencialmente británicos’.  Una casi explicación del siempre líder general Perón, aunque sin duda ese contrato contenía unas cláusulas inaplicables como la entrega a la compañía de cincuenta mil hectáreas, - dos veces el espacio de Buenos Aires en Santa Cruz- con más otras concesiones jurídicas tan lesivas a la soberanía Argentina que aquello resultó un pergeño indefendible. Y sin ninguna duda, un capítulo aparte para la  militancia peronista.     



     Pero bué, eso es parte de nuestra historia petrolera y en una valorable decisión política de los últimos días, abril del 2012, el gobierno argentino decidió recuperar la mayoría accionaria de YPF que malamente perdieran el presidente Carlos Saúl Menem  y sus cercanos cultores de un neoliberalismo inexplicable y feroz. Hacer que el Estado Argentino vuelva a controlar YPF es volver al buen camino abandonado durante los apremios privatistas de Menem y luego con el inoperante radical de la Rúa;  el mismo que junto con su ministro Domingo Cavallo aplicara el ‘corralito’ bancario para estafar a los ahorristas, una ingeniosa creación fnanciera que fantásticamente hoy varios países europeos muy neoliberales y modernos decidieron copiar. Pero claro, son esas cosas…

     El conocer ciertas realidades hace desechable todo proyecto ajeno o sin anclaje dentro de la Argentina de hoy, y por eso mismo la demorada estructura económica nos exige conectar los tres millones de kilómetros cuadrados con el desarrollo de cada recurso natural. En ese cauce la decisión de recuperar la mayoría societaria de YPF en manos de Repsol, - en los números una empresa mucho menos española de cuanto ellos suponen- era imprescindible a la independencia no sólo económica sino también política del país entero. Por lo cual la recompra accionaria que avalan siete de cada diez argentinos igual debe será tratada por el parlamento nacional según corresponde jurídicamente, en una etapa ya iniciada que algunos dirigentes españoles, - tan intemperantes ellos- ni siquiera comprenden. Esto pasará señores, pero bien sirve para recordarnos que donde hay petróleo existe un conflicto. (Abril 2012)



*Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.

www.eduardopersico.blogspot.com 



              



         

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