…nosotros fuimos víctimas de la lucha
sorda
por el petróleo.
Juan Domingo Perón en 1955.
Un precedente a lo dicho por Perón
ya depuesto de su segunda presidencia sería lo ocurrido en diciembre de 1907 cuando
en Comodoro Rivadavia, sur de la Argentina , una
perforación de quinientos metros en busca de agua halló ‘un kerosén de la mejor
calidad’, según dijera una dependencia oficial sin sospechar que esa napa de
petróleo sería una riqueza incalculable para los argentinos futuros. Y enseguida
nomás en el mismo 1907 ya se cruzarían los defensores del inalienable bien patrimonial
de los argentinos con quienes apreciaban en ese potencial petrolero un negocio de
las compañías extranjeras ‘únicas dotadas para una buena explotación del suelo’.
Ese añejo discurso siempre persiste y esa vez, ni bien el entonces presidente
Figueroa Alcorta dictó una Ley de Tierras protectora de esos desmesurados territorios
explotables, una decisión que pronto recibió una campaña que nos informaba de
nuestra incapacidad para explotar
yacimientos de subsuelo. En verdad una certeza que también por entonces ya
era manejable y hoy en el siglo veintiuno siguen recitando los fabricantes de
opinión neoliberal, que ni se obligan a releer el informe que en 1909 diera la ‘Compañía Nacional de
Aceite’ de la Standard
Oíl a propósito de los descubierto en el sur: ‘ese asfalto sin
calidad no es combustible’ y punto. En tanto el laboratorio del Ministerio de
Agricultura ante la misma muestra sostuvo que el poder calorífero y la falta de
sustancias nocivas hacían de ese mineral ‘un excelente recurso de combustión’. La
guerra ya empezaba y si cada defensor del patrimonio nacional opinaba, los contrarios
a un Estado participativo le negaban a este la menor eficacia para administrar un
negocio gigantesco que los excluyera. Igual por 1910 la producción de petróleo
en Comodoro Rivadavia alcanzó a 3.300 metros cúbicos ,
las pruebas con las locomotoras del ferrocarril Sur de Avellaneda a Temperley fueron
exitosas y el gobierno nacional seguiría gestionando. En 1915 se inició la explotación
de Plaza Huincul y en 1916 se extrajeron
138.000
metros cúbicos en total, pese a las bajas condiciones
técnicas y la mala disposición del ejecutivo nacional del presidente Victorino
de la Plaza ,
quien fracasara ante sus correligionarios al proponer ‘la entrega a
particulares la explotación de las reservas’. La lucha por el petróleo hasta
desempolvó las contradicciones de cierto nacionalismo como el del prestigioso ingeniero
Huergo, quien dijera que la norteamericana Standard Oil y sus procedimientos
‘eran juzgados como actos de piratas usurarios’ en tanto a ‘los particulares
caballeros ingleses de la Royal Dutch ’
él los estimaba según activos socios para nuestro país. Un juicio que más tarde
el prestigioso general Enrique Mosconi fulminara en 1922 cuando Hipólito
Irigoyen lo ungió Director General de la reciente YPF y él calificó iguales a las dos compañías:
‘una es una cuerda de cáñamo y la otra de seda, y las dos pueden servir para
ahorcarnos’. Que ratificaría en esos
años el grandioso escándalo ocasionado por los manejos de la Standard Oil para
lograr la explotación en la provincia de Salta, contaminado en 1924 a varios políticos y dos
diarios, - El Intransigente y Nueva Epoca- que se lanzaron en defensa de la
‘patria chica’ creando un Comité Defensor del Petróleo provincial en contra de
YPF y del gobierno nacional. Una asonada que puso a esa provincia al borde una
escisión y el riesgo de su integridad territorial. Que alcanzó la desmesura cuando
el sector salteño más adinerado y pudiente seducido por la empresa petrolera
extranjera, la Standard
Oil , sin remilgos se lanzó contra de empresa nacional YPF.
Esa desavenencia duraría años y sería tan
preocupante como el contrato que con la California Argentina
de Petróleo, - nombre ocasional con sede en Delaware, Estados Unidos, ligada a la Standard Oil y muy activa en la Guerra Fría de esos años- impulsara
el general Perón antes de ser derrocado. Una negociación que entonces despertó el
interés de todos los argentinos y que al unir el arco opositor íntegro en su contra
mucho averió políticamente al peronismo. Hasta que una vez caído Perón el gobierno provisional siguiente del general Eduardo Lonardi dejó vencer los plazos y el contrato acabó.
Por ese mismo tiempo dijo Perón que a él lo habían depuesto porque los recursos petroleros argentinos no debían ser explotados
a favor del desarrollo del país, ‘y no es difícil comprender que en materia de
petróleo, los capitales definidos como europeos son esencialmente británicos’. Una casi explicación del siempre líder general
Perón, aunque sin duda ese contrato contenía unas cláusulas inaplicables como
la entrega a la compañía de cincuenta mil hectáreas, - dos veces el espacio de Buenos
Aires en Santa Cruz- con más otras concesiones jurídicas tan lesivas a la
soberanía Argentina que aquello resultó un pergeño indefendible. Y sin ninguna
duda, un capítulo aparte para la militancia
peronista.
Pero bué, eso es parte de nuestra historia
petrolera y en una valorable decisión política de los últimos días, abril del
2012, el gobierno argentino decidió recuperar la mayoría accionaria de YPF que malamente
perdieran el presidente Carlos Saúl Menem y sus cercanos cultores de un neoliberalismo inexplicable
y feroz. Hacer que el Estado Argentino vuelva a controlar YPF es volver al buen
camino abandonado durante los apremios privatistas de Menem y luego con el
inoperante radical de la Rúa ; el
mismo que junto con su ministro Domingo Cavallo aplicara el ‘corralito’
bancario para estafar a los ahorristas, una ingeniosa creación fnanciera que fantásticamente
hoy varios países europeos muy neoliberales y modernos decidieron copiar. Pero
claro, son esas cosas…
El conocer ciertas realidades hace desechable
todo proyecto ajeno o sin anclaje dentro de la Argentina de hoy, y por
eso mismo la demorada estructura económica nos exige conectar los tres millones
de kilómetros cuadrados con el desarrollo de cada recurso natural. En ese cauce
la decisión de recuperar la mayoría societaria de YPF en manos de Repsol, - en
los números una empresa mucho menos española de cuanto ellos suponen- era
imprescindible a la independencia no sólo económica sino también política del
país entero. Por lo cual la recompra accionaria que avalan siete de cada diez
argentinos igual debe será tratada por el parlamento nacional según corresponde
jurídicamente, en una etapa ya iniciada que algunos dirigentes españoles, - tan
intemperantes ellos- ni siquiera comprenden. Esto pasará señores, pero bien
sirve para recordarnos que donde hay petróleo existe un conflicto. (Abril 2012)
*Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en
Lanús, Buenos Aires, Argentina.
www.eduardopersico.blogspot.com
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