Por Maritza Luza Castillo
Con el título bajo el brazo y un timón por
delante, enfrentan la vida muchos
graduados profesionales. Si bien es cierto el trabajo dignifica a la
persona, indigna y subleva el oficio improvisado al universitario con justas
aspiraciones. Todos tienen derecho a realizarse mediante el estudio académico.
Para ello se invierte dinero, tiempo y sueños. No obstante, a veces no se llega
a la práctica. Y no se alcanza sencillamente, porque se carece de un puesto
laboral en el cual desarrollarse.
El
ex presidente Alan García, subrayó que Lima goza de los taxistas más ilustrados
de toda Latinoamérica. Habría que añadirle a la tesis también la sufrida Europa
recientemente golpeada con la crisis económica mundial. Un buen ejemplo lo
encarna España quien redobla el ajuste solicitando a la Unión Europea 102.000
millones de euros hasta el 2,014 como parte del reclamo del bloque de reducir sus exigencias sobre el
déficit fiscal español.
Este claro síntoma infiere, que la clase taxista también se incrementa
lastimosamente en la madre patria. Entre ellos encontramos: psicólogos,
arqueólogos, psiquiatras, médicos, periodistas, cada uno con un ojo en la pista
y una historia ácida que compartir con sus pasajeros. Pero el asunto radica en
no hacer una imprecación de su propia vida.
La situación pasa por evitar sucumbir a la falta de ofertas. Mucho menos
someterse a la sepultura virtual concebida por el hoyo negro del desempleo. En
consecuencia, la derrota laboral no es la capitulación del ser. La trama
transita por poseer la capacidad de cambiar la página, y ser artífice de su
propio bienestar. Sí ya se vivió lo malo, es tiempo de ir por lo bueno.
Existen
casos en que la signatura Taxista, es
asumida como un diálogo constante con la vida. Un diálogo cuya agradable
atmósfera disipa nubarrones creados por una formación académica de primera.
Estos seres que no permiten que el alma se le oprima, se convierten en ánimo y aliento porque son
guerreros. Dichos individuos jamás cargarán un infierno portátil. Ellos lo
combaten agregándole una cuota de soda al día a día.
La
existencia en ocasiones es confusamente peliaguda, pero trasponer el umbral con
un corazón vigoroso, desestima la oscuridad y produce el efecto del minero
alumbrado por el oro. Un ser de luz.
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