Letras tu revista literaria

viernes, 11 de enero de 2013

Epitafios a cuarenta céntimos


La lentitud del magma


Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".

John Donne


                                   La amarra se ha desasido del bolardo. El año 2012 se pierde en el horizonte que delimita pasado y presente. En su evocación un tufo encalabrinado persigue la derrota marina de este navío fantasma. Si estos trescientos sesenta y cinco días se significan por algo, lo han sido, precisamente, por el carácter liquidador de su tránsito político. A modo de sepultureros, los gobiernos han enterrado la sociedad del bienestar. Convirtiendo la democracia en plutocracia. La servidumbre del ideal político se ha mudado en mero ejercicio de representación de intereses espúreos. Atendamos si no a lo que sin rubor ha calificado como craso error el Fondo Monetario Internacional -FMI-, apenas iniciado el año 2013, con respecto a las recetas económicas que planteaban un escenario de absoluta austeridad. El impacto depresivo de estas medidas en la economía de cada país, ha supuesto efectos negativos palpables y evidentes: el vertiginoso ritmo de ascenso del desempleo, la inexistencia de consumo privado, un estrechísimo margen de inversión y la nulidad en los préstamos. Los índices de pobreza que se estan alcanzando son síntomas de enfermedad terminal. Es irrisorio comprobar como las recomendaciones de los poderes públicos y servicios sociales que los integran, derivan el hambre del primer mundo a las instituciones de caridad. Y la permanencia en el hogar al ansia especulativa de los bancos. No hay respuesta política, sólo encogimiento de hombros y muestra de bolsillos vacíos. La dejación también es un posicionamiento. Y este es el momento en el que nos hallamos. Evolucionamos pero no sabemos hacia qué ni dónde. Es el mecanismo de inducción hacia condiciones de precariedad, apremiadas por el chantaje de la confianza. La confianza ese don que, si nos atenemos al grado de insistencia mediática en su reiterado principio, es la clave que despejará las dudas que se ciernen sobre el futuro. Sin embargo, la pérdida de derechos consolidados.

                                   En este año que nos deja se cumplió el doscientos aniversario del nacimiento del escritor inglés Charles Dickens. El sustrato social de su magnífica obra, compendio de un oficio -el literario- engrandecido por una sutil finura estilística, es un fresco inequívoco de la sociedad que vivió, heredera de la Revolución Industrial. El que fue en su niñez trabajador en una fábrica de betún, mantuvo durante toda su trayectoria vital y artística la inclinación sentida, sensible, convencida, comprometida e irrenunciable de apostasía contra la moral imperante. La dignidad del ser humano frente al mecanismo poderoso que cuantifica su valor en la productividad mercenaria, sin principios. El usufructo de su activismo literario -forjado en las largas giras  que le llevaron a viajar por todo el mundo con lecturas públicas de su obra-, se sostiene con el mismo vigor en el siglo XXI. Y no es insólito. La angustia del ser humano no es exclusivamente inherente a su propia naturaleza. La depreciación de los recursos públicos destinados a la cobertura y protección social en la gestión diaria, insufla la animosidad más dañina y perturbadora. El pasado año las alarmas se activaron cuando los niveles de irracionalidad e insensibilidad en los desahucios habian convertido a éstos en mera trivialidad. Familias enteras pasan de tener un hogar a la intemperie.Tanto es así que sólo el suicidio de dos personas hizo que  se abriera el círculo de conformidad en los estamentos políticos y se pusiera atención sobre la impunidad con la que actuaban las entidades financieras. Aunque quedaran en decisiones ni concretas ni operativas. Meras recomendaciones. Fenómenos como el de Las Corralas en Sevilla, son ejemplo de acción y resistencia ciudadana en lo que llaman realojo, y que el alcalde de la ciudad califica de ocupación forzada y violenta. En los primero días de este año, un hombre se quemó a lo bonzo en Málaga. Es la asfixia económica en su rostro más vulnerable: la desesperación.

                                   Esta secuencia de tintes negros, posee el carácter episódico de una corriente de pensamiento que aniquila cualquier atisbo de honestidad. Es una apisonadora que inflinge el dolor de la indiferencia. Y, como tal, el desentendimiento. La transfiguración del otrora director gerente del FMI y presidente de Bankia, pasando de incompetente gestor económico a consejero en Telefónica. Es la culminación de la parálisis de valores en la que esta sociedad se halla. Los epitafios de los cadáveres – entre ellos los 6000 despidos previstos- que este siniestro ejercicio de amoralidad rubrica a su paso, tienen como coste el ridículo precio de cuarenta céntimos. Es el valor actual de las acciones de este banco en Bolsa, que ha recibido, junto a otros y en conjunto, 340.835 millones de euros, como préstamo del Banco Europeo para favorecer su liquidez y facilitar el crédito. Un crédito que se distingue por la usura de su gestión a la vista de los acontecimientos. 

*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

Artículo patrocinado por LetrasTRL Nº. 54-febrero-2013 http://www.alvaeno.com/letrasTRL.htm


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