La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti". John Donne
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti". John Donne
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En el año 1949, Francisco Ayala publicó
un relato titulado "El tajo"
en la revista -que él mismo fundó en Buenos Aires durante el exilio en aquel
país- "Realidad". Ese mismo año se editó dentro de la obra
"La cabeza del cordero". La edición española sólo pudo
llevarse a efecto hasta 1972, aunque se conocía de manera clandestina. La
censura calificaba la obra de "es todo él ligeramente tendencioso y
antimilitarista". Los relatos poseen un común denominador, la Guerra
Civil. El escritor granadino aborda la guerra, según sus propias palabras,
"bajo el aspecto de las pasiones que la nutren; pudiera decirse: la
Guerra Civil en el corazón de los hombres". En "El tajo"
la redención es el apremio que embarga la conciencia del teniente Santolalla,
cuando decide visitar la familia del miliciano a quien mató en el frente de
Aragón en un viñedo abandonado. Desde entonces la culpa le corroe. El
enfrentamiento con aquélla no será de reparador alivio, como así esperaba, pues
la dignidad del vencido se hace presente frente al miedo y el sufrimiento.
El
pasado 17 de julio -septuagésimo sexto aniversario de la sublevación
militar y golpe de estado que desembocó
en la Guerra Civil- fue publicado en el BOE -Boletín Oficial de Estado-
la orden de renovación del título del marquesado del general Queipo de Llano,
tras el fallecimiento del hijo, a su nieto. El título concedido en su día por
el dictador, el general Francisco Franco, fue expedido por el actual ministro
de Justicia. Una práctica común si nos atenemos a la que supuso años atrás el
título de duque de Mola. En esta ocasión por parte de un gobierno socialista.
Café
significaba pena de muerte. Era un acrónimo -camarada, arriba Falange
Española- que utilizaban los falangistas en las semanas previas a la fecha del
18 de julio de 1936. Gonzalo Queipo de Llano ordenó, sólo en Sevilla, el
fusilamiento de más de 3000 personas. El carácter impulsivo, agresivo,
violento, ambicioso y desafiante le acompañó durante toda su vida. No le supuso
ningún inconveniente pasar de ser un fiel defensor de la República a un
conspícuo conspirador sin escrúpulos. Otro de los rasgos que definieron al
personaje fue su locuacidad. Desde la ondas hertzianas de Unión Radio Sevilla,
concitó la expectación más fúnebre y bárbara. El afamado locutor de la muerte
imprecaba a los enemigos y les señalaba con sanguinario desdén el mortal
destino que les esperaba. Así se manifestaba el marqués: "¿Qué haré?
Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de
Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno
de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo
pegaré. Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes
de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres.
Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado
jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y
no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen".
Como recompensa de su intachable caridad cristiana, sus restos y los de su
esposa se encuentran en la Basílica Menor de María Santísima de la Esperanza
Coronada Macarena, de la que fueron promotores y cuya imagen fue vestida de
luto a la muerte del general. Durante la Semana Santa su fajín rodea la cintura
de la talla que sobre un paso de palio transita por los barrios de Sevilla, los
mismos en los que aquél dejó su rastro de sangre y fuego. Quizás tal
cúmulo de venganza y arbitrariedad sólo pueda ser contrarrestado con la fina
ironía de Rafael Alberti. Durante los días 24, 25 y 26 de marzo de 1987, fechas
de Semana Santa, se celebraron las jornadas del I Conferencia Regional del
Partido Comunista de España, apenas transcurrido un año desde la legalización
del partido. El poeta de El Puerto de Santa María, le dedicó en el mitin de
clausura estos versos a la dolorosa, "La Virgen del Baratillo,/ sobre
cuarenta costales,/ sueña en la hoz y el martillo/ para aliviar tantos males./
Déjame esta madrugada/ lavar tu llanto en mi pena,/ Virgen de la Macarena,/
llamándote camarada".
Los
escasos pero profundos elementos diferenciadores que se conocen sobre la
futura ley del aborto, expresados por el ministro de Justicia, se ven
reforzados por las declaraciones del presidente de las Cortes Valencianas. Su
pretensión es que las mujeres antes de abortar sean informadas mediante la
visualización de ecografías en tres dimensiones sobre las consecuencias de su
decisión y las posibles alternativas para llevar a buen fin el embarazo. Sin
duda en un último amago moral para incidir en las circunstancias psicológicas
en las que se halla la mujer en esos momentos, ya de por sí duros y difíciles:
la culpa en primera persona.
El
teniente Santolalla volvía una y otra vez sobre aquel suceso, "Lo
cierto es -se decía- que, con la sola víctima por testigo, he asesinado a un
semejante, a un hombre ni mejor ni pero que yo; a un muchaho que, como yo,
quería comerse un racimo de uvas; y por ese gran pecado le he impuesto la muerte".
La loa a la vida y a la muerte parece consentirse en un mismo plano de
igualdad. Mientras renuevan el título aristocrático a los sucesores de un
asesino, no hacen distingos hacia la consideración emocional de las mujeres y
sus decisiones vitales. Muerte y vida fusionadas en un amasijo de redención y
culpabilidad. Francisco Ayala nos interpela a través de su magnífico relato si
es posible la reparación, si podríamos salvar el tajo aunque la culpa nos
acompañé.
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
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