La lentitud del magma
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida*
doblan por ti". John Donne
Entre pillos anda
el juego
“Hemos alcanzado un hito en nuestra
comprensión de la naturaleza”. Así se expresaba el director del
Laboratorio Europeo de Física de Partículas –CERN-, cuando hace unos días los
científicos que se encontraban en Ginebra sonreían por el hallazgo del bosón de
Higss, tras las pruebas realizadas en el Gran Colisionador de Hadrones -LHC-,
el acelerador de partículas de mayor potencia mundial. Este hecho me recordó
una lúcida frase del genial actor cómico, compositor, director, productor y
escritor inglés Charles Chaplin, mundialmente conocido por la interpretación
del inolvidable personaje cinematográfico de Charlot, "Surgiendo de la
nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria". Si bien los
3760 millones de euros que costó el ingenio físico que ha demostrado la teoría
del científico Peter Higgs sobre el funcionamiento del universo parecen haber
sido bien empleados, añade, en comparación al logro conseguido, una nueva
constatación de lo minúsculo del ser humano. A pesar de los avances
tecnológicos que, entre otras posibilidades mejora la calidad de vida de los
habitantes del primer mundo, pese a los males mayores que en algunos casos
produce, como la contaminación, los seres humanos palidecemos si abundamos en la esfera ética y moral de
nuestros actos. La tentación de los favores es generalizada. Su atractivo
social incrementa la sensación de ser aceptado y admirado por la brillantez del
oropel que envuelve la miseria interna que constituye su alma carcomida por la
ambición. Son miserables quienes a conciencia que sus acciones contraen penuria
e incoherencia, persisten en ella.
Apenas
ya un rumor contenido la consecución del Campeonato Europeo de balompié,
incidiendo en la válvula de escape que significa este hecho deportivo sin
precedentes, a propósito del marasmo económico que sufrimos. Conseguido el
halago divino tras la ansiada recuperación del Códice Calixtino, una guía de
viajes del siglo XII, y deshecho el entuerto entre deán y electricista. Sea la
justicia terrenal la que, tras la resistencia del Partido Popular -PP- a
investigar a través del Parlamento la cueva de Alí Baba en que se había
convertido Bankia, intervenga en tan mayúscula obscenidad. La querella
interpuesta por Unión, Progreso y Democracia -UpyD- y el pronunciamiento del
juez en aceptarla ha desbaratado los planes de insonorizar el escándalo
financiero en el que 33 miembros de los consejos de administración de Bankia y
de su matriz, Banco Financiero y de Ahorros -BFA- han sido imputados. Y es que
la estafa, la apropiación indebida,la falsificación de cuentas anuales y
administración fraudulenta han sido, al parecer, prácticas habituales,
consentidas y refrendadas desde el año 2008. Como quien no quiere la cosa, la
entidad "nacionalizada" nos presenta nuevas promociones como
la de regalar toallas de la nueva película del superhéroe Spiderman a aquellos
titulares de cuentas jóvenes que aumenten su saldo con 300 euros más que el mes
anterior. Y es que en el caso Bankia da la impresión que como señala el novelista
francés Honoré de Balzac, "las leyes son como las telas de araña, a
través de las cuales pasan libremente las moscas grandes y quedan enredadas las
pequeñas". Entre pillos anda el juego, eso no cabe la menor duda.
Mientras
tanto nuevos ajustes planean desde el gobierno en su ansiado objetivo del
cumplimineto del déficit para 2012. Se prevé que la cifra ronde los 30.000
millones de euros. Los guarismos marean por las consecuencias en el pulso
social. La población desprotegida, a la que se le ha hurtado sus derechos,
extinguidas las garantías sociales por su dilatado desempleo y disminución o
liquidación de las prestaciones, agrieta de forma ominosa la ya más que
debilitada animosidad por los continuos y desahogos con que se estila este
tiempo.
La
más sutil de las desvergüenzas, las que se tapan con la desenvoltura de la
legalidad, son las que zahieren y consuman el descrédito generalizado de este
sistema y sus representantes. Los mecanismos de control parecen haber sufrido
el "Síndrome de Estocolmo". Pues no es que hayan desparecido u
obviado su papel fiscalizador, es que trasladan la sensación de ser cómplices
por inacción, concibiendo su vigilancia con los menores reparos, haciendo la
vista gorda . Todo sea por la presunta salud de las entidades financieras que
creíamos ahítas y que ahora sabemos escuálidas. La duda no ofende,
reescribiendo el refrán más bien enmudece. Han saltado y vulnerado todos los
filtros. Ahora se enfrentan al judicial. La experiencia de otros asuntos
económicos es que el proceso invoca al olvido de los imputados. Suponemos que
éste es quivalente al desprecio con que trataron a los ahorradores. Y, en ese
caso, me temo que es insondable por que la dignidad no es que brille por su
ausencia, simplemente se ahogó entre tanto dispendio y activo tóxico. Como
señalaba al principio, la comprensión de la naturaleza dista mucho de la del
alma humana.
Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario