Por Natividad Senserrich
Los
funcionarios y demás personal tangente no quieren ya ponerse enfermos.
No, porque al segundo día de baja empiezan a descontarles alrededor de un 50%
del sueldo y de las partes proporcionales de todas las pagas; de las pocas que
les quedan.
Somos una sociedad becerril y tremenda
hasta el escándalo.
La frase que titula estas líneas, la
dijo, palabra más o menos, que aquí no tiene uno porque ser tan riguroso, el
presidente del gobierno autónomo de Catalunya. Más o menos, aunque el
significado era justo el que leemos.
Creo que no pocos, ahora, estamos un poco
discordantes con la postura del laissez
faire laissez passer. Ya no apetece. Ya no es de recibo, ya no toca.
Podríamos pues escuchar y callar, simplemente porque no vale la pena ni
contestar más que asqueados de la actual situación. Sin embargo, algo se me mueve en el alma, cuando
escucho esta frase que tiene, como no, sujeto elíptico, vosotros; o sea
nosotros, es decir, los que no gobernamos y nos dejamos gobernar.
Los creyentes en el dios de sus padres,
sea el que sea, supongo que darán gracias
cada día por el sol y por el aire. Darán gracias por todo lo que se les
ocurra. El acto de dar gracias es muy
primitivo, tanto que se alarga en el tiempo hasta aquel principio en él qué el
hombre enterraba a sus muertos y reconocía una trascendencia, a saber, algo
superior creador a la que venimos llamando dios o divinidad; allá cada cultura
y sus ancestros.
Pero en este país, todos los que tienen
un trabajo fijo es porque han aprobado una oposición o bien por que tienen
algún contacto que les ha sentado en una silla a perpetuidad, que siempre es a
cambio de algo no lo olvidemos; pero este último caso, aún no siendo escaso, no
es al que me refiero, ni es al que se refería el Sr. Mas, ni tampoco es al que
se refieren todos aquellos que, sin un mínimo de conciencia ni decencia,
repiten la frase de marras a la más mínima queja, justificado o no de algún
funcionario. Y lo siento mucho, pero esto aparte de ser inconsciente y de
menoscabar la dignidad del que lo dice, tampoco es de recibo. Ya que si uno se ha ganado con su pulso propio
su trabajo fijo, dará las gracias al dios de sus padres si le da la realísima
gana y si no pues trabajará cada día, cobrando menos y viendo disminuidos sus
conquistas laborales y no dará las
gracias a nadie, pues a nadie debe dárselas más que a él mismo.
Pues en un país como el nuestro, al que
alguien llamo en su día el país del lazarillo de Tormes, todos los políticos
están en política para beneficio propio y no por el pueblo que les votó, ni tan
sólo por el partido que les dejó medrar, siempre hay excepciones que como se
dice confirman la regla pero no nos engañemos que hoy son muy pocas. Están en
política muchos sin haber trabajado, muchos de ellos nunca, siempre ocupados en
política y en trabajos que la política les ha facilitado; muchos de ellos sin
una licenciatura universitaria; muchos sin conocer una segunda lengua y la
mayoría sólo para seguir medrando que es como llegaron hasta el partido que
ahora los coloca en situación de gobernar ovejas. Ovejas que somos nosotros,
pero ovejas agradecidas. ¿Agradecidas a quien? ¿A ellos por darnos un trabajo
fijo? No.
Pero que mentira más grande y que
obscenos mentirosos que nos toman a todos por tontos; y que adocenamiento el de
aquellos que se la hacen propia.
¿Dar las gracias, significa que les
aprobaron las oposiciones por su cara bonita? No. Significa que esta gente,
esforzada, la mayoría que se trabajaron su trabajo fijo estudiando han de dar
las gracias hoy que las cosas no van bien en general, ¿a quién? ¿a los
políticos?. Esta gente que tiene trabajo fijo y que deben ser hoy agradecidos
no blanquean capitales, no tiene tejemanejes con sastres y regalos de lujo
inasequible a la mayoría, no tienen pisos en plural, ni tampoco propiedades
varias que ponen a nombre de otras personas para defraudar al estado, no tienen
grandes coches, ni pueden permitirse grandes viajes todos los años. La gente
que tiene trabajo fijo, acostumbran a ser, lo quieran o no, gente sencilla que
ha estudiado y trabajado para llegar a tener este trabajo fijo y que por ello
están en su derecho de dar gracias por ello a su dios, si les da la gana, y a nadie más.
Pero este país nuestro es ovejuno; un
país en donde se cultiva la mediocridad y el folklore se tercie o no; donde la
cultura no importa y es algo que sólo pertenece a una élite; es el país en
donde además de permitir que nos gobiernen una pandilla de indecentes, donde la
mayoría están imputados por delitos varios, debemos ser agradecidos.
Y qué más.
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