Por Peter Magnus
Sí,
son tiempos convulsos, pero si leemos bien en las páginas de la historia de la
humanidad, casi siempre lo fueron. El hombre en su afán de cambiar las cosas
siempre ha estado en permanente movimiento, podríamos decir en constante evolución.
¿Crisis? Ha habido muchas, por ejemplo la famosa y archiconocida, quizás la más
cercana, y que fuera descrita en aquel libro Las uvas de la ira que escribiera el autor americano John Steinbeck. Y si uno, que ahora está
metido de lleno en otra gran crisis no lee, no inventa, no es creativo, la
crisis le pasará por encima como una locomotora.
Yo sé que todo esto de la crisis que estamos
padeciendo no es otra que una parte más del sistema neoliberal implantado en el
mundo por los famosos mercados, o lo que es lo mismo, por las élites económicas
que gobiernan el mundo, muy a pesar nuestro. Así que lo mejor es ser creativo,
y saber, tener el convencimiento de que todo lo que nos dicen, además de no ser
del todo cierto, es innecesario, y saber que se puede vivir de otro modo, que
se puede hacer revolución desde el hogar como es mi caso.
Llevo más de tres años sin recibir un sueldo,
digamos estable, soy independiente, y desobediente civil, por tanto, no juego
al juego que desde las altas esferas me intentan imponer, juego que millones de
personas juegan y en el que pierden cada día un trozo de sí mismas. Es hora de
plantearse en qué condiciones estamos viviendo, para qué y por qué lo hacemos y
plantarle cara a la crisis, bueno, a la farsa de la crisis orquestada para
enriquecer mucho más a los que ya son ricos, muy ricos, y empobrecer, más,
mucho más a los que son pobres, muy pobres, y por tanto relegarlos a la
categoría de esclavos. El ciudadano como lo conocemos hasta ahora en la
sociedad del bienestar, el obrero, el ciudadano de a pie, pierde su estatus en
esta crisis, pero esto es lo que realmente se pretende, por tanto, hay que
plantarle cara. Y ¿cómo lo hacemos? Quizás lo que sirve para uno sirva para
muchos, y también puede que no, pero al menos yo he puesto mis ideas a
funcionar y mi vida ha dado un vuelco. ¿Cómo lo hago? Simplemente no
participando o haciéndolo lo menos posible, claro está, no puedo vivir en una
burbuja, pero hay cosas que podemos poco a poco cambiar, por ejemplo, no tengo
coche, ni televisión, el coche no lo necesito porque uso el transporte público,
la televisión no la necesito porque tengo Internet. Ya he puesto dos granitos
de arena para cambiar mi vida, y créanme, que he ganado, no solo yo, sino mi
familia en el asunto.
Trabajamos, tanto mi compañera como yo, ambos
aportamos la parte económica que necesitamos para vivir, pero trabajamos para
vivir y no vivimos para trabajar, eso es elemental. Si esto lo hiciéramos todos
algo cambiaría, porque podríamos alternar los trabajos con la parte de ocio, y
para tener más de lo segundo podemos compartir los trabajos, y esto qué supone,
simplemente que se acabaría el paro. Por supuesto que esto debe ir en paralelo
a un cambio de pensamiento, en el que no prime el enriquecimiento, el acaparar,
el comprar por comprar, esto es, no hacerle el juego al sistema de consumo,
sistema condenado a desaparecer más tarde o temprano, entre otras cosas, porque
como dijo un amigo “ya no habrá nada que consumir cuando se acaben todas las
cosas”, que dicho así puede resultar algo extraño pero que es de un
razonamiento aplastante.
Lo que realmente por mi parte hace que la
crisis no me afecte es que mis planteamientos sobre cómo vivir están acordes
con mi pensamiento: “Uno tiene que tener el coraje de vivir como piensa, para
no terminar pensando como vive”**, porque es importante que haya un equilibrio en
la existencia de cada uno, pero este se alcanza solo cuando damos la espalda a
esa realidad que no solo nos quieren hacer creer como única forma de vida, sino
que la están implantando si más, sabiendo las consecuencias negativas que de
ello se derivarán, los mercados con toda su parafernalia, con todas sus
herramientas bien engrasadas para lavarnos el cerebro y hacernos creer
ciudadanos libres, cuando lo que pretenden es convertirnos en esclavos de
pensamiento único.
Teniendo en cuenta todo esto, uno puede
afrontar la crisis, y no afectarle, porque ésta es solo una creación del
mercado para imponer su control sobre todas las cosas del mundo, incluyendo las
personas.
Yo aconsejaría a los seres humanos que se hagan
estas preguntas, quizás les ayuden a afrontar la crisis, y hacer de sus vidas
algo más digno de ser vivido por y para los seres queridos:
¿Cuánto, realmente, necesitas para vivir? ¿Qué
ocurriría si se distribuyeran las viviendas, las tierras, las fábricas, las
herramientas de producción, igualitariamente entre todos los seres humanos?
¿Cómo viviríamos en una sociedad de no consumo? ¿Qué sería de nuestras vidas
sin el consumo innecesario? ¿Qué ocurriría si invirtiéramos nuestro tiempo en
lo humano, y no en lo superfluo? Hay muchas otras preguntas e invito a que te
las hagas lector si has llegado hasta aquí, te invito a que busques las
respuestas para que puedas ver con claridad que vives en una farsa creada para
perjudicarte en lugar de beneficiarte.
Por mi parte yo he puesto en marcha mi propia
revolución, y hay otra que todos podríamos poner en marcha, sin violencia,
aunque sabemos que la violencia la ejercerán los de arriba contra los de abajo
que se revelen, decía que el ser humano tiene en su mano detener la máquina
destructiva llamada capitalismo, que basa sus logros en las crisis creadas por
él mismo para su enriquecimiento.
*Artículo seleccionado
entre los diez mejores en el concurso "Mis Palabras contra la Crisis".
**Victoria Ocampo
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