ALGO MÁS QUE
PALABRAS
Víctor Corcoba Herrero*
Tras esta
última cumbre Iberoamericana, concelebrada en una relación renovada con el
bicentenario de la Constitución de Cádiz, lo que se pone de manifiesto es un
espacio común iberoamericano, al que nos une, aparte de lenguas y costumbres
comunes, fuertes vínculos de hermanamiento para trabajar unidos. Naturalmente,
pensamos que esta reunión va a ser el inicio de una nueva etapa de colaboración
más directa y verdadera. Para ver los primeros resultados, se han elegido las
fechas del 18 y 19 de octubre de 2012 en Panamá, que también acogerá el
Congreso de la Lengua Española y la celebración de los quinientos años del
descubrimiento del mar del sur, el Pacífico. Desde luego, cuánto más piña sea la
familia iberoamericana, mejor nos irá a todos. Por otra parte, el mundo entero
tiene que ver que este espacio cultural iberoamericano, va más allá de las
nostalgias o de retóricas absurdas, y que sus propuestas son un verdadero motor
de avance para resolver la crisis y sus colaterales.
Efectivamente,
hoy América Latina, al contrario que Europa, se muestra como un destino
productivo con repercusiones globales. Por ello, creo que Iberoamérica merece
un lugar y una consideración en el horizonte mundial. Todo va a depender de sus
miembros, de estos países unidos en la cooperación y en la unidad de acción.
Con este primer paso, en el que los jefes de Estado y de Gobierno, evocando el
referente de la Constitución de Cádiz, hayan dialogado sobre los problemas actuales,
en un ambiente de fraternización, refleja que se va por buen camino para
acometer las reformas necesarias para un modelo económico y social más
integrado y justo. Se trata de hacer justicia social en un mundo en el que
proliferan tantos paraísos fiscales, tantos desórdenes e inseguridades, tantos
comercios y mercaderías empezando por la propia vida humana. Sin duda, hace
falta fortalecer más las democracias, sus instituciones el Estado social y de
derecho, para encontrar un camino de esperanza en un mundo desconsolado.
Para ello,
América Latina, tiene que actuar de manera contundente para derrotar los
calvarios que viven muchas personas, sumidas en la pobreza, y lo que es peor,
sin oportunidad de poder salir de la miseria. También América Latina es víctima
del narcotráfico y del crimen organizado, cuestiones que requieren actuaciones
conjuntas entre la comunidad internacional y los países afectados. Todos estos
desajustes han de propiciar cambios estructurales en políticas que conllevan
desigualdad. La biodiversidad de la comunidad iberoamericana hace necesario
formular estrategias que se complementen y en los que impere el componente
ético. En todo caso, el primer valor ético de la democracia, ha de ser el
reconocimiento a todo ciudadano de la plena dignidad de la persona. Por
consiguiente, una vida digna y una sana formación ética y moral, son
condiciones imprescindibles para que entre todos podamos convivir, de manera
responsable hacia el bien común.
Mucho se
habló en esta cumbre iberoamericana de temas económicos, de derechos humanos,
de los derechos de las minorías, de la lucha contra la pobreza y la
intolerancia. Indudablemente, América
Latina, debe caminar hacia un desarrollo más igualitario de sus pueblos, hacia
una opción más que productiva, realizadora del ser humano, lo cual ayudará a
crear un necesario vínculo de solidaridad entre naciones. Después de doscientos
años de la aprobación de la Constitución gaditana, que sin duda marca uno de
los hitos históricos fundamentales del acervo constitucional iberoamericano, es
preciso afianzar este bienestar general y socializarlo de manera incluyente.
Por desgracia, la crisis actual viene minando lo que se había conseguido,
especialmente con la erradicación del hambre y de la pobreza extrema, la creación
de trabajo decente para todos y de calidad, de la igualdad de género, de
sanidad y educación públicas... En este sentido, considero que el mercado
iberoamericano de la cultura debe de poner voz, a tantas gentes que siguen sin
voz, destapando las muchas corrupciones que proliferan en los poderes y que
impiden que los pueblos se desarrollen de manera equitativa.
Sería bueno
para el mundo que esta cumbre Iberoamericana traspasase las buenas intenciones,
con actitudes rompedoras reales, haciendo del desarrollo de los pueblos un
servicio efectivo al ciudadano. Aún cohabitan infinidad de medidas que
distorsionan y obstaculizan el avance de los últimos, de las personas que jamás
han salido de la miseria, en parte por la irresponsabilidad de multitud de gobiernos.
Aún quedan muchas políticas oscuras, de nula transparencia, que favorecen el
despilfarro y que para nada previenen la lucha contra la corrupción, en la que
España está inmersa un día sí y otro también. Sin embargo, hemos de reconocer
que este proceso de cumbres Iberoamericanas, con dos décadas de vida, también
ha evolucionado y ha servido para activar la reflexión entre pueblos que son
aliados naturales.
Si algo nos
ha ayudado a dilucidar los signos de los nuevos tiempos, es que ningún país
puede prosperar por sí mismo, todos somos interdependientes de todos, y, en
consecuencia, debemos elogiar a los intervinientes en su afán de conversar con
buenos propósitos. Por eso, hay que afianzar una gobernanza mundial que hoy por
hoy es ineficaz con los más débiles, para que cada pueblo unido a otros
pueblos, asuma sus propias responsabilidades en la resolución de los problemas
globales. Todos tenemos un futuro que llevar a buen término y entre todos hemos
de trazarlos con la mayor justicia social. Los debates de las Cortes de Cádiz
son un buen precedente para demostrar compromiso y actividad. En cualquier
caso, como dijo el Secretario General Iberoamericano (Enrique V. Iglesias),
"en el mundo actual hay, no sólo una ansiedad de estabilidad y progreso
social, sino también una creciente sed de valores éticos con los que avanzar en
el futuro de la humanidad", y evidentemente, sin esa estética de la ética,
va a ser imposible alentar a una humanidad en la que buen parte se hunde en la
desesperanza.
*Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
18 de noviembre de 2012
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