Letras tu revista literaria

sábado, 24 de noviembre de 2012

Annus horribilis


La lentitud del magma


Pedro Luis Ibáñez Lérida*


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".

John Donne


Annus horribilis

                                   Se cumple un año del ascenso del Partido Popular -PP- al poder. Diferentes ópticas sociales han catalogando y valorado, durante estos últimos días, los 365 días del Gobierno. Si bien, como señala con certera definición el dicho popular podrían resumirse en "donde dije digo, dije diego". El cúmulo de disfunciones y quebrantos sociales no tiene parangón. La atomización del ajuste económico se ha convertido en la única y contumaz enseña de su gallarda bizarria. El pronunciamiento sobre el futuro más inmediato está sometido a la bastarda decisión de los emporios comerciales y al titubeo europeo que continúa en su descenso a los infiernos: los bancos se siguen frotando las manos y los desahucios proliferan sin una auténtica determinación gubernamental. Sólo el suicidio de dos personas y el intento de una tercera han frenado momentaneamente la sangría de amoralidad que irriga la voracidad financiera.

                                   Dos son los puntos culminantes que recogen ese proceder histriónico y embaucador que ha acompañado las referencias públicas del gobierno. El ministro de Hacienda consideró y definió los actuales Presupuestos Generales del Estado como los de mayor incidencia social. El propio Presidente del gobierno hizo vanagloria de aquella mayoría silenciosa que no se manifiesta. Ambas exposiciones estructuran el ideario de actuación que ha perseguido. Por un lado,   la constatación de no cejar en el eufemismo. Por otro la negación de lo evidente. Y, mientras tanto, como la fabula de Tomás de Iriarte, "Los dos conejos". "Son galgos te digo. / Digo que podencos. / En esta disputa / llegando los perros / pillan descuidados / a mis dos conejos. / Los que por cuestiones / de poco momento / dejan lo que importa / llévense este ejemplo". La realidad no se desmarca de esta aseveración en la que la fábula es tan real como irreales son los argumentos del gobierno que es cazado por el can de los acontecimientos.

                                   "Mi reino no es de este mundo", con tanta rotundidad afirmó Jesucristo, según el evangelio de Juan, -por cierto de un valor lírico realmente exquisito y recomendable-, frente al gobernador romano Poncio Pilato en la vispera de su muerte. En esa furibunda estela de presuntuosidad magnánima, la Iglesía reincide en el cuestionamiento social que reconforte sus tesis más arcaicas: anticoncpetivos y matrimonios homosexualessexuales son fuente de perversidad. En ese apunte de intoxicación permanente, acude con preeminencia estos días  la absoluta estupidez de malograr la mula y el buey de las escenas navideñas. La aseveración del Papa entroniza la verdadera estirpe de un reino de otro mundo. Un mundo ciego que no ceja en señalar con el dedo sus propias carencias. Cuando invoca la moralidad que ella misma pone a los pies de los caballos con su intransigencia o permisividad, dependiendo para quién o cómo.

                                   Resulta chocante el laboratorio de ideas en el que se enfrascan políticos como expresidentes o exministros aportando su "experiencia" en el mundo empresarial. Veamos sino como empresas financieras, energéticas,  transportes y comunicaciones los acogen. En la más inocente reflexión, ¿qué puñetas hacen en los consejos de administración de empresas privadas...? Esta práctica no es insólita. Está generalizada y comporta un estar que revierte en ese halo de presunto beneplácito y que vienen en llamar "una vía de acceso privilegiado al regulador". Con ese poder de autosuficiencia no es difícil seguir postulando a la endogamia y, con ella, al convencimiento que "ellos se lo guisan y se lo comen".

                                   Refugiados en el monte Gurugú los dos adolescentes que fueron expulsados en la frontera con Marruecos, parecen velar el escarnio sufrido. La actitud patriarcal del estado, en cuanto a que son menores acogidos dentro del sistema de protección de menores de la Ciudad Autónoma de Melilla, no puede ser calificada más que de filicidio. Este ademán es síntoma del despropósito en el que se encuentra la protección social. Dos menores son empujados a un destino incierto por su propio padre, el estado. Miles de ciudadanos son expulsados de sus viviendas, el número de desempleados está próximo a los seis millones, la cobertura económica a las familias con la totalidad de los miembros en situación de paro es nula, la privatización de los servicios públicos acrecienta la capitalización de intereses ajenos a la ciudadanía, la educación se tasa según el dispendio dinerario, la salud mermada en sus posibilidades de beneficio terapéutico, viéndose suprimida su vocación universal... No es de extrañar que con este cúmulo de principios vulnerados, la situación de desamparo que ha provocado la acción de gobierno durante este último año, pueda calificarse de "annus horribilis"... para los ciudadanos.

Pedro Luis Ibáñez Léridapoeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com


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