El próximo 1 de septiembre, coincidiendo con el segundo encuentro de escritores en Ciudad Juárez, se celebran las lecturas solidarias "Escritores por Ciudad Juárez". Se trata de un acto solidario en favor de la paz y en contra de la violencia y el miedo que golpea Ciudad Juárez, y por extensión a todo México, y a cualquier otro lugar del planeta. Queremos transmitir así un mensaje claro, a quienes tantas veces se ven abandonados a su propia suerte, en mitad del fuego cruzado, de que no están solos. Ya somos más de 131 los pueblos y ciudades de 24 países y 4 continentes los que se han adherido.
La PAPA nos sumamos a esta convocatoria y os invitamos a que vengáis a oir nuestros poemas o recitar los vuestros el próximo sábado 1 de septiembre de 22.00 h a 24.00 h en el:
Macondo Bar, C/ Conca 21, Barcelona 08026 <M>L5: Camp de l’Arpa, Bus: 19, 20, 45, 47, 50, 51, N1, N4
Podéis obtener más información en:
http://www.escritoresporciudadjuarez.blogspot.com
http://www.poemasporciudadjuarez.blogspot.com
http://escritoresporjuarez.ning.com/
xaviersabater@lapapa.org - 671 812 196
Saludos. Xavier Sabater
¿Puede la literatura salvar una ciudad?
En Ciudad Juárez, México, un grupo de escritores (Antonio Flores
Shroeder, Yuvia Cháirez y Edgar Rincón Luna) se han dado a la tarea de
organizar uno de los eventos literarios más grandes que han tenido lugar
en esta ciudad fronteriza del norte de México coordinando una lectura
simultánea en 24 países y 131 ciudades el primero de septiembre del 2012
con el propósito de hermanarse con esta ciudad que ha sido golpeada por la
guerra contra el narco en México. En México la guerra contra el
narcotráfico ha dejado 80 mil muertos y miles desaparecidos, millares de
ciudadanos han dejado la ciudad por la inseguridad y por el rompimiento
del acuerdo social de tranquilidad y convivencia. Tuve la oportunidad
de participar en el primer encuentro de escritores en el 2011 ofreciendo
lecturas de poesía en universidades, cafés, pero también en el transporte
público y plazas para perderle el miedo a salir a la calle y recuperar
esos espacios que han estado desiertos por el miedo a la violencia.
El encuentro de poesía estuvo organizado con el apoyo de la sociedad civil,
en casas particulares, en instituciones, desmarcándose de los lugares por
lo común reservados para la “cultura” como los museos o instituciones de
enseñanza.
Al horror de la violencia: los asesinados, las ráfagas de ametralladora, descabezados,
colgados, torturados, se le ha antepuesto la lectura de poesía, la palabra. Recuerdo
positivamente leer en algunas de las “ruteras” (como le llaman a los
colectivos o camiones) que son usados por la gente más pobre, los que van
a las maquiladoras (fábricas ensambladoras transnacionales donde se pagan
salarios muy bajos) y las personas escuchaban y se sorprendían que no se
les pedía nada, sólo escuchar poemas. La violencia es la ausencia de la
palabra, el fin de todo lo humano sintetizado en una detonación de una
arma, en la pólvora contenida que explota en una bala de odio y silencia,
destruye, poco a poco la sociedad.
Ciudad Juárez es la ciudad más peligrosa del mundo por un accidente geográfico, por estar
al lado de Estados Unidos y ser el corredor de las drogas en América
Latina. Pero la ciudad es también un sitio donde más de un millón y medio
de personas trabajan, hacen su vida, llevan a sus hijos a la escuela, se
enamoran, se divierten. Es una ciudad en el estado de Chihuahua,
apenas separada por el Río bravo de la ciudad de El Paso,Texas, paradójicamente la
ciudad más segura de Estados Unidos.
¿Cómo se recupera una ciudad de un descalabro de tal magnitud?
¿De vivir con miedo constante? Pareciera que leer poesía es un acto nimio
en comparación con la gravedad de lo que se enfrenta, pero tal vez los
actos más humanos y más pequeños son los más importantes: leer un libro a
una persona que no se conoce, un acto sin ninguna transacción monetaria.
La humanidad se recupera recobrando los actos humanos más simples.
Recuerdo que en aquel primer encuentro de escritores visitamos la
biblioteca comunitaria Ma’Juana que reunía a un grupo de niños que eran
hijos o familiares de “ejecutados” de personas que fueron asesinadas. Una
familia abrió su casa a esos niños e instaló una pequeña biblioteca en medio
de uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Allí se reunían a leer
libros, a jugar. Porque los gobiernos pronto se olvidan de los que
sobreviven, de los “daños colaterales” en su afán por colgarse medallas
inalcanzables como resolver la “guerra contra las drogas” (guerra que
ningún país ha ganado) y a los ciudadanos les toca recobrar la normalidad,
armarse de valor para salir de nuevo a las calles, para vivir sin miedo.
Porque una vez que el periodo de los gobiernos terminan y se marchan a
sus refugios que están muy lejos de las calles devastadas, entonces a los
ciudadanos les toca hacer todo lo posible para recuperar la ciudad.
Sí, la poesía puede salvar una ciudad, abrir un libro, salir a la calle. En
aquel
primer encuentro de escritores, después de haber pasado tres retenes de
militares y policías federales, se organizó un encuentro de poesía en una
biblioteca, donde había más jóvenes escuchando que en un popular bar que
estaba en esa misma zona (en esta ciudad nadie va a los bares porque son
el blanco de los sicarios).
¿Quién iba a pensar que en esta ciudad una lectura de poesía tendría más
asistentes que un bar? Estar en esa lectura fue un acto de valentía para
los que se arriesgaron a salir por la noche y recuperar poco a poco la
ciudad.
Los cínicos decían que las lecturas no ayudan en nada, pero no se dan
cuenta que la literatura, la pintura, el cine, la música, las artes en
general son el aire limpio de una ciudad, es lo que mantiene el asfalto y
el concreto, es la razón del alumbrado público y las señales de tráfico.
Cuando la ciudad agoniza las artes son el resguardo humano, el motivo de
congregación social, la expresión que nos recuerda de lo que estamos hechos
y lo que nos une a otros seres humanos. Cuando la violencia del narcotráfico
detuvo el flujo normal de la sociedad y el Estado desenvainó con toda su
fuerza, los ciudadanos comunes y corrientes tuvieron que hacerse a un lado
y guarecerse en sus casas o parapetarse en sus trabajos.
La violencia sólo ha dejado silencio y soledad en un México por lo general
festivo y relajiento. La válvula de la muerte que se abrió hace cinco años
sigue abierta y será muy difícil cerrarla de nuevo, pasarán tal vez otros
cinco años hasta que se empiece a ver cierto aire de normalidad y una
generación que ha quedado marcada por la guerra. El movimiento de Escritores por
Juárez es una iniciativa que ha dado un aire de renovación, un
respiro para mirar con esperanza el futuro y saber que en los ciudadanos
reside la fuerza para volver a reconstruir los lazos de confianza,
civilidad y la paz que rompió el miedo...
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