Letras tu revista literaria

lunes, 6 de agosto de 2012

Homenaje (póstumo) a los corderos


Por Carlos Medina Viglielm

                                                           En el momento de marchar, muchos no saben
                                                           que su enemigo marcha al frente de ellos.
                                                           La voz que les manda,
                                                           es la voz de su enemigo.
                                                           Quien habla de enemigo,
                                                           él mismo es enemigo.

                                                                                                          Bertolt Brecht

Históricamente los corderos han dado al ser humano sus bondades, como su carne y su lana. No obstante, también históricamente, el ser humano ha degollado a los corderos, sin que éstos se quejen o se rebelen. Todo el mundo conoce además, las intenciones aviesas que tienen para con los corderos, aquellos que los arrean.

En la historia de las guerras ha habido siempre dos bandos: los atacantes y los atacados.
El motivo -en la totalidad absoluta de los conflictos-, ha sido, por parte de los atacantes, amén de satisfacer los deseos sexuales,  la conquista o reconquista de recursos materiales. Esos son los que siempre, desde los comienzos de la historia, han sido disputados por buenas o malas maneras ó, casi podría decirse, por gestiones políticas o a los tiros.

Todos los imperios, incluyendo al de la Iglesia Católica, usaron el argumento de la “necesidad de expansión” para llevar adelante las campañas más sangrientas. La Iglesia Católica no daba muchas alternativas: o la "conversión" o la hoguera. Hace más o menos dos siglos, el mejoramiento en las relaciones humanas y el abandono (aparente) de la violencia punitiva, fue dando paso a nuevos argumentos. Ya no fue tan popular o simplemente bien visto, invadir un pueblo para saquearlo y repartir los trofeos de guerra entre generales (los tesoros, las fincas, la parte del león), y soldados (las mujeres de los vencidos).

En algún momento entre la primera y la Segunda guerra Mundial (1918-1939), en occidente (de la Unión Soviética hacia el este), se empezaron a acuñar los conceptos de “Mundo Libre” y “Cortina de hierro”. “Las naciones del Mundo Libre”, entre las que se alineaban dictaduras como la de España de Franco, el Portugal de Oliveira Salazar o la República Dominicana de Trujillo, en la búsqueda de nuevos argumentos que dieran jutificación a futuras guerras de conquista de bienes y mercados, tomaron como propia las banderas de "la libertad y la democracia", los bienes, por otra parte, más apreciados por el ser humano.

La Segunda Guerra Mundial les dió, a los políticos corruptos de los países más desarrollados, principalmente Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra y Francia, el argumento más fuerte, para lanzar los hijos de esos países a la guerra, en la "reconquista de la libertad". Indirectamente se forjó otro término: el de"Los Aliados" (Vencedores de la II Guerra), término que se verá actualizado en las guerras organizadas por los mandos norteamericanos con la asistencia de sus aliados de la OTAN, contra Irak (en dos oportunidades), Afganistán y más recientemente Libia.

Es en esta fase de la historia donde aparecen los corderos humanos. No me refiero a las víctimas de las guerras de conquista. Esas han caído (y caerán), dignamente en defensa de sus derechos, de sus casas, de sus escuelas y hospitales, muchas veces, las más, sucumbiendo ante el poder brutal de los agresores que ensayan sobre ellos toda su tecnología de muerte. No, me refiero a los combatientes, en su gran mayoría jóvenes, que son reclutados por los autores intelectuales de las guerras, esos que ni por asomo se acercarán a los frentes de batalla.

Me refiero a los cientos de miles, millones de jóvenes que, alistados en la flor de la vida, convencidos por la propaganda capitalista más especializada en ello, van a desangrarse lejos de su casa, para morir sin haber entendido nada, o después de entender, de haber ido entendiendo que en realidad fueron a combatir en defensa de los intereses de los dueños de las empresas fabricantes de armas y las petroleras; que los enemigos son sus oficiales al mando; después de darse cuenta que los blancos de sus balas no fueron nunca otra cosa que gente que cuida sus cabras, o soldados sin uniforme, obreros y campesinos sin preparación militar, o estudiantes, o mujeres que defienden a sus pequeños en los fondos de sus casas allí, entre los canteros de hortalizas...

Y más ellá de ese porcentaje menor de quienes gozan con el martirio de los demás y luego del "servicio" se convierten en asesinos a sueldo (empresas de "Seguridad"), están esos corderos que vuelven del frente, heridos o no fisicamente, pero mutilados siempre, que deambularán en el barrio donde se criaron, en alguna de las miles de ciudades o pueblos de los Estados Unidos de Norteamérica, cargando con la vergüenza de haber matado inocentes, o dinamitado escuelas llenas de niños, para terminar sumergiéndose en el alcohol y las drogas o suicidándose en una habitación al fondo de un hotel sí, de mala muerte. Pobres imbéciles, deshonrados por las más refinadas técnicas del hiperconsumo, en algunos casos tal vez entiendan, venciendo la brutal ignorancia en que fueron sumergidos por los ideólogos del "American Way of life", que fueron corderos mandados al matadero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

El Diario de Alvaeno

El Diario de Alvaeno