Por Marcos González Sedano
Queridas amigas y
amigos, queridas y queridos lectores.
La crisis que la
izquierda institucional ha abierto en Andalucía a raíz de las medidas que van a
tomar contra las trabajadoras y trabajadores públicos traerá para ella y para la
sociedad andaluza unas consecuencias inesperadas, que también tendrán sus
repercusiones a nivel estatal. Véase esta primera reflexión como el inicio de un
debate.
El presidente y el
vicepresidente de la Junta de Andalucía justifican las medidas como un mal
inevitable llegado de Madrid, pero el victimismo en el que se amparan no nos es
útil para nada a los nueve millones de personas que vivimos en esta tierra. No
queremos más agresiones ni de los otros ni de los nuestros.
Para empezar, hay que
decirles la verdad a los ciudadanos y no engañarles como les han engañado en la
campaña electoral, y que a partir de ahí el electorado decida. Porque si yo, que
soy un abonado de segunda fila a la política, sabía lo que iban a hacer,
imagínense ellos que estaban en el poder.
Van a modificar las
condiciones laborales de los trabajadores sin contar ni con estos ni con sus
representantes. A partir de ese momento, ¿para qué sirve la concertación social
en Andalucía? ¿Qué diferencia hay con la actitud del PP en la contrarreforma
laboral?
Además, con la
argumentación que dan, que no es otra que la de echarle la culpa al PP (y en
buena parte la tiene, igual que el PSOE con la modificación del artículo 135 de
la Constitución), nos meterán igualmente el repago sanitario, el aumento de la
ratio en los centros educativos, el cheque escolar y despidos masivos de
trabajadores públicos. Tiempo al tiempo, y me gustaría
equivocarme.
Vivimos en un mundo
donde una minoría vive en la opulencia a costa de una inmensa mayoría. Donde los
que se resisten a la injusticia son marginados, encarcelados, multados,
apaleados... y los que colaboran con el neoliberalismo, con los banqueros, con
la CEOE, viven a cuerpo de rey. No debemos resignarnos para que ellos engorden,
hay que combatir estas medidas tomadas contra lo público por el gobierno andaluz
lo mismo que lo estamos haciendo contra los cientos de miles de desahucios que
se están produciendo en el estado español y contra el desempleo de masas al que
nos están llevando (camino de los seis millones de parados a nivel estatal y con
más del 30% de desempleo en Andalucía) con lo que eso supone.
Ante la disyuntiva que
se ha planteado entre tomar este tipo de medidas o dejar que el gobierno central
intervenga la Junta, caben otras preguntas: ¿para qué la van a intervenir si se
cumple la hoja de ruta de las políticas neoliberales?, ¿qué es lo importante, el
color del traje que lleva el capitán del barco o el rumbo que se toma? Se pueden
empezar a intervenir de forma masiva por parte del estado los ayuntamientos
andaluces (eso también está en la hoja de ruta) ¿Tocaremos entonces tambores de
guerra? Si llega a ganar el PP en Andalucía y toma estas medidas, hoy como
mínimo estaríamos llamando a la guerra santa.
Nos esperan tiempos muy
duros y de nuestra actitud y coherencia depende también lo que llegue al poder y
quiénes lleguen. Yo sigo pensando que en momentos tan difíciles como estos hay
que preguntarle al pueblo, el único soberano. Abrir un proceso constituyente,
dirigido y garantizado por los ciudadanos. Renovarlo y revisarlo todo, también
el poder otorgado a los partidos políticos y la función social que juegan las
élites. Ahí esta el reto para salir de la crisis de una forma democrática. El
camino elegido por el gobierno de izquierdas y progresista en Andalucía es más
de lo mismo. Que cada uno asuma su responsabilidad histórica.
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