Por ISIDORO MORENO*
A
pesar de su importancia en la historia contemporánea andaluza, no tuvieron que
pasar muchos años para que, desde las instituciones de la Junta, el 4-D fuera
eliminado como Día de Andalucía. Esta eliminación formaba parte del planificado
derribo de la conciencia política andalucista que comenzó cuando UCD, PSOE y PCE
acordaron frenar el desarrollo autonómico, inventándose la LOAPA, “para calmar a
las fuerzas fácticas”, alarmadas por el hecho de que Andalucía no fuera ya
solamente el principal problema social de España sino también un problema
político central y pudiera servir de ejemplo a otros pueblos del Estado.
Actuaron entonces los partidos ejes del sistema de forma equivalente a como
hacen hoy PP y PSOE (en Andalucía, este apoyado por IU) cuando recortan
derechos, bajan salarios o despiden trabajadores para“calmar a los mercados”. De
aquellos recortes, luego declarados en parte inconstitucionales, fue uno de los
frutos el Estatuto de Autonomía de 1981, radicalmente insuficiente como
instrumento con el que realizar las transformaciones necesarias por las que
habían clamado en la calle, el 4-D, tantos cientos de miles de
andaluces.
Durante muchos
años, sólo grupos minoritarios recordaron la efemérides, algunos con melancolía
y otros con voluntad reivindicativa. ¿Qué ha pasado ahora para que, desde las
instituciones públicas andaluzas y los medios de comunicación de su órbita se
resucite la celebración del 4-D y se evoque su espíritu?
Desde mi análisis, ello responde a dos razones
relacionadas y tienen al partido socialista como sujeto. La primera
es la inexistencia de una opción del PSOE que pueda presentarse como alternativa
tanto al nacionalismo españolista del PP, centrado ahora en una recentralización
antiautonómica con la excusa de la crisis, como a las reivindicaciones
soberanistas de los nacionalismos periféricos, acentuadas también por las
consecuencias de esta. La alusión ambigua a un “estado federal”,del que cada
sector del partido da una versión, ya se ha visto, por ejemplo en las
elecciones catalanas, cómo es recibida. Como (casi)
último recurso, el decadente PSOE, apoyado en la muleta de IU, quiere agarrase a
Andalucía y a los símbolos andaluces, entre ellos el 4-D, como a un salvavidas,
tratando de convertirlos en la trinchera “para defender el Estado de las
Autonomías”, es decir, para que continúe lo que hay, que, al menos a
ellos, les ha ido bastante bien. Pero, ¿podría afirmarse con rigor que le
ha ido bien a Andalucía cuando esta, 35 años después de aquel 4-D, sigue
teniendo, con diferencia, los más altos índices de desempleo y pobreza del
conjunto del Estado Español y vuelven a verse obligados a emigrar nuestros
jóvenes?
Agarrarse a
aquella fecha y tratar de envolverse en la bandera de Andalucía es el medio
elegido por los psocialistas para reafirmar su naturaleza de partido
nacionalista español sin hacerlo explícito (entre otras cosas porque ese espacio
se le reconoce como propio al PP). Pero ello les obliga a desnaturalizar la
significación del 4-D y el 28-F, presentándolos como si hubieran sido dos
momentos en los que Andalucía tomó el timón en nombre de España, poco menos que
para salvar a esta, cuando en realidad el pueblo andaluz se reafirmó como tal y
luchó por sí y para sí.
La
segunda razón es que estamos en una crisis no sólo financiera, económica y
social sino también de una enorme envergadura política: asistimos a la quiebra
del sistema partitocrático y bipartidista que ha caracterizado los treinta y
cinco años de la Segunda Restauración Borbónica. Hay múltiples evidencias de
ello. El PP, en el gobierno, pierde velozmente apoyo ciudadano pero lo pierde
aun más el PSOE, en la oposición. Los líderes de esos dos partidos pilares del
sistema cuentan, al día de hoy y según las encuestas más acreditadas, con poco
más del 20% de confianza, sumando los apoyos de ambos. La separación de poderes
es sólo un mito, dado el sistema de cupos partidistas en todos los ámbitos y el
intervencionismo constante del gobierno de turno en la justicia, por ejemplo a
través de indultos vergonzosos como el reciente a cuatro policías condenados por
torturas o el que concedió el gobierno anterior al número dos del Banco de
Santander. La corrupción política no es algo excepcional sino que afecta a todo
el sistema como una carcoma. Las instituciones representativas se muestran
irrelevantes, como en el caso de la comisión investigadora de los ERE. La
Constitución se reforma sin referéndum popular ni debate parlamentario sino en
una cena entre los secretarios generales de los dos partidos mayoritarios. Y
todos recortan o reforman (que es lo mismo), sea por convicción o sea, como
otros dicen cínicamente, por imperativo legal. Ante todo ello, la desafección al
sistema es ya generalizada…
La recuperación
oficial del 4-D hay que enmarcarla en este contexto y sólo puede entenderse
dentro de la escenificación de la propuesta del Griñán presidente del PSOE de un
“Pacto por Andalucía”, cuyo sentido real sería el de un pacto político-social
“por España” y en defensa del sistema económico neoliberal vigente. Un pacto al
que pretende incorporar no sólo a organizaciones políticas sino a la sociedad
civil andaluza, llamando incluso a una movilización popular el próximo 28-F.
Seguro que le dirán que sí, de forma entusiasta, su vicepresidente Valderas, los
dos grandes sindicatos y la gran patronal. Para la Junta, CCOO, UGT y la CEA
equivaldría al octavo Acuerdo de Concertación Social en menos de veinte años.
¿Sería mucho pedir que nos presentaran los resultados tangibles, en cuanto al
empleo, las condiciones de trabajo, el modelo productivo, etc. de los siete
anteriores, más allá de la evidencia del trasvase de dinero público a las
citadas organizaciones? Y se pretende, además, incorporar a
asociaciones ciudadanas, ONGs, profesionales de la cultura, etc. Todos “por
Andalucía”, o mejor, tras la pancarta con ese lema, vaciado de contenido,
que llevarán Griñan, Valderas y otros personajes, muchos de ellos
directos responsables de la dramática situación en la que se encuentra buena
parte del pueblo andaluz. A ver quiénes pican, y quienes no, el anzuelo de este
nuevo cuento.
*Catedrático de Antropología, Universidad de
Sevilla
Publicado en El Correo de Andalucía, domingo
9/12/2012
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