La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti".
John Donne
La tesis es tan sencilla como rotunda.
Podemos partir para su enunciado del Festival de Eurovisión, celebrado hace
escasos días. Dicen que la música amansa a las fieras. No debe ser así con los
presidentes. El caso es que Azerbaiyán, a través de su máxima representación
gubernamental, ha exigido una investigación en toda regla para esclarecer los
motivos por los que el voto popular de
su país, no se decantó por Rusia. Ésta no recibió ni un solo voto de aquélla.
Y, sin embargo, puntuó a tan desagradecidos vecinos con la máxima cifra
posible. La motivación en la que se reconoce la determinación de la iniciativa,
no es otra que la de preservar las
relaciones entre Bakú y Moscú. Habría que verlos por un agujerito y contemplar
la cómica e hilarante escena. La inefable conversación de ambos presidentes.
Uno, en muestra de cortés pleitesía, tratando de granjearse la comprensión del
ofendido. Otro, hierático, haciéndose el interesante, asistiendo con desgana a
la sarta de bondades disculpatorias del ofensor. No es difícil imaginar lo que
sucede -¿ o sí ?- en la intrahistoria de la política que no es visible, que se
acomoda en los despachos, que se recomienda como un caramelo mentolado, sólo
para algunas ocasiones especiales. Como sin duda es ésta. La excepcional
apariencia de la tontería alzada como diplomática afirmación. El ufano sentido
y la descompasada medida de la sobreactuación. La superchería que contiene el
rictus de lo fundamental. Como muestra este botón que atestigua el aseveramiento
de lo absurdo como hecho político. La austeridad como opción unilateral y única
se desvela con este mismo pronunciamiento. Cuando precisamente el propio FMI
-Fondo Monetario Internacional- ha reconocido que subestimó los dramáticos
efectos que supondría la aplicación de la cicatería como estrategia de
contención económica. A buenas horas mangas verdes. Lo cierto es que
esta situación se traduce que en España en el sufrimiento de lo más de 6
millones de desempleados y las 350.000 familias que han perdido su hogar.
Comprobar que la seriedad de las decisiones de los organismos internacionales y
la madurez de las conversaciones entre dirigentes políticos son éstas, nos
revelan el espanto y la sobreabundancia de indolencia que contienen.
La
revuelta social en Suecia hace retrotraernos a las que en años anteriores
se produjeron en Francia e Inglaterra. Son hechos que ciclicamente se generan
en las que se denominaron sociedades del bienestar.. La presión que marca el
manómetro de la exclusión es cada vez mayor. La dependencia del bienestar
público para los colectivos de inmigrantes asciende en la medida que los
recursos merman. La tasa de desempleo es abrumadora. En el año 2008 la
comparativa con la población nativa sueca, suponía que las necesidades de cobertura
prestataria de aquéllos eran 9 veces mayor. Los fríos datos contrastan con la
temperatura que cuatro años más tarde alcanza la periferia de Estocolmo. Los
ingredientes son siempre los mismos: desempleo, exclusión, empobrecimiento, ausencia de
estructuras educativas sólidas. En un entorno estigmatizado, distante,
desprovisto de vínculos que identifiquen a las personas con el espacio de
convivencia.
En
el año 1951 el dibujante Manuel Vázquez créo la historieta titulada La
familia Cebolleta. Uno de los personajes era El abuelo Cebolleta. Las
declaraciones del expresidente del gobierno y presidente de honor del PP
-Partido Popular-, nos recuerdan a este personaje ensimismado en contar
batallitas de un tiempo pasado. Una lánguida resignación. Lo lastimero
no son las declaraciones en sí. Afines a un perfil y etapa de mérito oscuro
significada por aquella imagen con el expresidente de Estados Unidos y los
zapatos encima de la mesa. Y sí la indefinición de la oposición, que les ha
llevado a criticar al gobierno desde los postulados de uno de los presuntos
pespuntes de la contabilidad confusa y
sobresueldos que van apareciendo en el partido que sustenta al gobierno.
Tal vez los versos del poeta peruano César Vallejo sean la mejor respuesta a
tanta procacidad, “¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte! / ¡levantarse
del cielo a la tierra / por sus propios desastres / y espiar el
momento de apagar con su sombra su tiniebla! / ¡Más valdría,
francamente, / que se lo coman todo y qué más da...!”
*Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com
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