Por Marcos Sedano
Con la participación de doscientas personas, en su mayoría
miembros de diversos colectivos de las ocho provincias andaluzas y de los
andaluces en la emigración se ha constituido en Córdoba, el sábado 16 de
febrero, la Asamblea de Andalucía.
La creación de este movimiento político, social y cultural parte de
la constatación de “la especial intensidad con que se dan en
nuestra tierra los efectos de la crisis“, así como de la manifiesta incapacidad
de los partidos e instituciones andaluzas para hacer frente a la dramática
situación que padecen nuestros hombres y
mujeres.
Al llamamiento para la creación de la Asamblea , elaborado por
personas significativas del mundo cultural y asociativo de Andalucía, han
respondido con su asistencia y la aprobación del Manifiesto fundacional
militantes de SAT, USTEA, CCOO, Stop a los desahucios, colectivos
ecologistas y asociaciones culturales, así como personalidades independientes
del movimiento nacionalista andaluz con larga trayectoria.
La Asamblea entiende que el pueblo andaluz ha de empoderarse en
todos los ámbitos “mediante la confluencia de personas y movimientos sociales
que apuesten por transformar radicalmente el sistema económico-político
dominante y no legitimarlo con la creencia ilusoria
de que puede reformarse con simples retoques”. Ello conlleva la necesidad de
superación del actual marco autonómico y la conquista de un verdadero
autogobierno que pueda garantizar la defensa de los derechos individuales y
colectivos de los andaluces.
La Asamblea de Andalucía pretende funcionar de forma totalmente
diferente a la que rige “el obsoleto sistema de partidos” y basarse en el
municipalismo y la democracia directa y participativa, practicando un
confederalismo interno. Por ello se ha dotado de una Coordinadora provisional
compuesta por 20 hombres y mujeres de diferentes territorios y sectores sociales
de Andalucía y de varias comisiones de trabajo.
Andalucía, 17 de febrero de 2013.
Manifiesto de constitución de la Asamblea de Andalucía
Córdoba, 16 de Febrero de 2013
Andalucía y los andaluces sufrimos con especial intensidad
los efectos de la actual crisis, que no sólo es financiera y económica sino
también social, política, ecológica y cultural. A pesar de que el pueblo
andaluz reafirmó en las calles su identidad política el 4 de Diciembre de 1977
y conquistó en las urnas el 28 de Febrero 1980 el reconocimiento de su derecho
al autogobierno, más de treinta años después Andalucía continúa a la cabeza del
desempleo en el Estado Español y en Europa, millones de personas están en una
situación de pobreza, nuestros jóvenes vuelven a tener que emigrar, el
territorio continúa desvertebrado, nuestra cultura sigue siendo degradada y las
instituciones de la Junta de Andalucía funcionan ajenas a las más importantes
necesidades y aspiraciones de los andaluces, lo que ha llevado a un alejamiento general de la
política (que es confundida con el sistema de partidos) y a un escepticismo
generalizado a causa de la falta de canales de verdadera participación.
La actual dominación del capital financiero ha vaciado casi
totalmente de contenido el ámbito de la política al haber sido transferidas las
decisiones fundamentales a entidades que están fuera del control democrático y
representan los intereses de dicho capital (como el FMI, el BCE o la Comisión
Europea). El avance de estos intereses y de la lógica del Mercado en todas las
dimensiones de la vida social ha sido facilitado desde las propias instituciones
políticas, convertidas en una partitocracia, mediante desregulaciones, cambios
legales, privatizaciones y recortes de derechos. Las instituciones europeas
donde se inserta el Estado Español, y por tanto Andalucía, son hoy instrumentos
para la imposición de esa lógica y del pensamiento neo(ultra)liberal. Una
verdadera democracia, igualitaria y participativa, tanto en lo político como en
lo económico, no es posible en este marco. Si aspiramos a ella, hemos de
actuar, a favor de la inmensa mayoría, contra este sistema impuesto por el
capital financiero y sus cómplices que está liquidando todas las conquistas
sociales.
Entendemos que es necesaria una nueva orientación, un nuevo camino
para devolver el poder al pueblo. El pueblo andaluz precisa de la unión de los
movimientos sociales y de las
organizaciones y personas que apuesten por transformar radicalmente el
sistema, y no pretendan legitimarlo con la creencia ilusoria de que puede
mejorarse con simples retoques. Para alcanzar este objetivo, y partiendo de la
especificidad de Andalucía, nos proponemos avanzar en la construcción de un
Colectivo de personas y organizaciones –sociales, culturales y políticas-
radicalmente democrático. Ha llegado la hora de coordinar esfuerzos y de
potenciar confluencias para construir un poder
andaluz en todos los ámbitos, que
haga posible una Andalucía Libre formada por hombres y mujeres libres. Al margen de esta llamada sólo deben quedar
aquellas personas y organizaciones que creen positivo apoyar, mediante pactos y
colaboraciones, el sistema capitalista en crisis y a quienes han ocupado en
Andalucía, durante más de treinta años, el poder político y son directos
responsables de la dramática situación en la que hoy esta se encuentra. Y
también se autoexcluirían quienes no estén dispuestos a asumir el
funcionamiento horizontal y democrático que necesita cualquier organización
transformadora en el siglo XXI. Esto último, porque asumimos la principal
novedad que aportan los denominados “nuevos movimientos sociales”: la ampliación
de la política y la “politización” de lo social, de lo cultural e incluso de lo
personal, ensayando nuevos ejercicios de ciudadanía más allá del marco del
estado y de los partidos.
La confluencia de todas estas fuerzas, personas y colectivos
andaluces debe tener por objetivo la realización de estrategias que permitan
avanzar hacia esa Andalucía Libre en la que soñaran Blas Infante y tantos otros
andaluces. Debe apoyar iniciativas en lo económico, lo cultural y lo político
que respondan a una lógica diferente a la del capitalismo destructor de los
pueblos, de la dignidad de las personas y de la naturaleza. Debe denunciar la
corrupción del sistema político vigente y propiciar formas de democracia
directa para la reconquista del ámbito de la política por parte de los
ciudadanos. Y debe activar la memoria y conciencia colectivas del pueblo
andaluz y desarrollar los valores de la cultura andaluza que pueden ser ejes de
resistencia frente a la globalización totalitaria y deshumanizadora de la
lógica del mercado.
Partimos
de que Andalucía posee identidad histórica, identidad cultural e identidad
política y tiene, por ello, el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y
estructuras políticas, económicas,
sociales y culturales. Nuestro Colectivo debe tener, pues, como objetivo cooperar en la construcción de instituciones
y puesta en marcha de experiencias que consoliden un poder andaluz que haga posible las transformaciones necesarias para
caminar hacia una sociedad justa e igualitaria. Hoy,
el sistema partitocrático y la actual organización territorial del Estado
Español impiden cualquier potencial toma de decisiones realmente
transformadoras por parte de los andaluces para oponernos eficazmente a las
presiones del capitalismo global. Por ello, resulta necesario plantear otro
marco en el que sea posible el fin de la dependencia económica, la
subalternidad política y la alienación cultural de Andalucía para avanzar hacia
un horizonte postcapitalista de igualdad entre las personas y los pueblos, de
devolución del poder a estos, de garantía de los derechos humanos tanto
individuales como colectivos, de solidaridad, de justicia, de respeto a la
naturaleza y de potenciación de nuestra cultura. Los andaluces, al igual que
todas las personas y pueblos del mundo, tenemos el derecho a ser protagonistas
de las decisiones que nos afectan. Y para hacer este protagonismo posible, se
hace indispensable dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión del que hoy
carecemos.
Asumimos como un compromiso irrenunciable la construcción de este
ámbito de decisión andaluz, que entendemos debe caracterizarse por el principio
de que las decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el
ámbito territorial, es decir, los asuntos que corresponden a la municipalidad
se deciden en las municipalidades y nunca una decisión que afecte a un ámbito
territorial inferior se tome unilateralmente desde un nivel de decisión
superior. Y los temas supralocales, ya sean de ámbito comarcal o andaluz, o
respecto a las relaciones con otros pueblos, se acuerdan entre todos bajo el
principio general del confederalismo. Consideramos, pues, al municipalismo como una herramienta
fundamental para la toma de decisiones de forma horizontal y radicalmente
democrática. La estrecha vinculación y compromiso con el territorio –municipal,
comarcal y andaluz-, el objetivo de alcanzar un poder andaluz que haga posible la justicia social y el ejercicio
real de todos los derechos y el funcionamiento en base a prácticas de
democracia directa, activa y participativa representan la columna vertebral de
nuestra forma de pensar y de proceder.
Sobre estas
bases, nuestro Colectivo deberá dotarse de grupos de trabajo que profundicen en
los análisis, propuestas y acciones en los diversos ámbitos: económico,
ecológico, social, político, cultural, organizativo y comunicacional. Deberá
funcionar en base a la participación activa de sus miembros y la búsqueda de
consenso interno. Y deberá apoyar y
colaborar con los movimientos sociales, culturales y políticos que se enfrenten
a las lógicas hoy dominantes del mercado y del nacionalismo de estado.
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