La lentitud del magma
Pedro Luis Ibáñez Lérida*
"La muerte de cualquier hombre me disminuye porqueestoy ligado a la humanidad; por consiguiente nuncahagas preguntar por quien doblan las campanas:doblan por ti".John Donne
Apenas
se salda el principio de la duda. La salud es
un bien material pero escasamente considerado en la actualidad y con signos
evidentes de devaluación. El resultado de las cuentas pesan mucho más que la de
los cadáveres. Hace escasas fechas, un familiar sufrió una caída accidental. En
las primeras observaciones y estudios se determinó que la gravedad era menor.
Indicaron que su caso debía ser atendido por el servicio de neurología. Éste se
encontraba en otro hospital de la misma ciudad. Recabarían su asistencia y
servicio a la espera de su llegada. Entretanto el control del enfermo se
garantizaba en la UCI -Unidad de Cuidados Intensivos-. Fueron varios días de
espera. Finalmente cambiaron de opinión y decidieron efectuar el traslado del
paciente. En la ambulancia, durante el corto viaje, la persona entró en estado
de coma. Desahuciada, fallece en Cuidados Paliativos a las 36 horas de su
llegada al hospital con cobertura neurológica. Omito, a propósito, ciertos
detalles en el respeto a quienes tanto la amaron –incluido el que escribe este
artículo- y no desean ningún protagonismo mediático. Sólo el recogimiento. Al
día siguiente, casualmente, los sindicatos sanitarios remiten un escrito a la consejera de Salud, solicitando
que paralicen las fusiones de las unidades de gestión clínica de ambos
hospitales. Se me vino a la cabeza el título de una película del Oeste, La
muerte tenía un precio. Cruel ironía la que retrata desde un título del spaghetti
western, el fatal desenlace del ser querido. Pero es inevitable –sin restar
serenidad en el juicio- conceder ese sentir y pensar maledicente. La muerte es
hoy un verdadero hecho social. Y no porque se explicite en el tanatorio. Antes
lo es en la desatención que provoca este desconcertante panorama.
Hace cinco años que España
junto a Austria se encontraba en los primeros puestos en la incorporación de
fármacos oncológicos. En los últimos tres años ha habido una reducción del
gasto en un 10,6 por ciento. Lo que supone una cantidad de 6700 millones de
euros menos en el presupuesto. Ahora nos encontramos en el vagón de cola que
también ocupan Grecia y Portugal. El debilitamiento de la calidad de vida y la
sustracción en el índice de supervivencia son hechos irreparables. Es La
isla del Doctor Moreau –magnífica novela de H.G. Wells- en la que parece
haberse convertido la Comunidad Autónoma de Madrid. Su empeño privatizador de
cinco hospitales, inaugurados hace cinco
años, desata todo de tipo de incertidumbres. La perspectiva de algunas empresas
que optan en la puja delel contrato, parece venir orientada en la atracción de
turismo sanitario de Marruecos y países europeos.
La sombra del amianto persigue a los miles de afectados que durante
décadas tuvieron contacto con este material. La perseverancia de los
trabajadores de la empresa Uralita, les ha llevado a que se celebre el primer
juicio colectivo por la vía civil. Reclaman una cantidad de 2.200.000 euros de
indemnización. El protocolo de utilización del amianto está regulado desde el
año 1982. Fue utilizado, entre otras actividades, en astilleros e industria
ferroviarias. La latencia de esta enfermedad permite que transcurran años desde
su exposición hasta su desarrollo. Culminando en patología tumoral o
asbestosis. Las consecuencias contraídas en el proceso productivo y la
incidencia en la salud de los trabajadores, suelen disociarse argumentado
estudios contradictorios que retrasan y dilatan la aplicación de normas
reguladoras. Los costes económicos nunca deben apropiarse de la vida, como si fuera
un botín. Volviendo a los títulos cinematográficos, es miserable que Por un
puñado de dólares especulen con la salud. Pienso en los gin-tonics subvencionados
del Congreso de los Diputados, en la Ley de Transparencia,
aprobada por el Parlamento andaluz, que excluye a la propia institución que
legisla, en los expresidentes de Bankia, de la CEOE, en el extesorero del PP,
en el fraude de los ERE en Andalucía, en la turbiedad monárquica... y no puedo
dejar de pensar en que mientras éstos y otros más se descalzan las zapatillas
de baile cansados de fiesta, para otros la muerte anda de puntillas, esperando
su último hálito de vida.
El deterioro de la eficacia sanitaria está aún en sus albores porque frente a la mala planificación se contrapone la profesionalidad de muchos sanitarios. Sin embargo, ello no podrá suplir los recortes en nuevas tecnologías o, como bien apuntas, el retraso en la incorporación de nuevos fármacos de eficacia contrastada. De eso trato en el artículo que publicaré el próximo domingo en "Diario de Mallorca" (sección de "Opinión"). Yo soy oncólogo, así que me creo legitimado para denunciar una inequidad progresiva y un deterioro asistencial freente al que, con estos políticos, va a ser dificil poner coto.
ResponderEliminarSaludos.