Por
Alvaeno
Instaurados en la nueva dictadura del poder
económico del mundo encabezado por el FMI, y en Europa por el BCE, además del
citado en primer lugar, y sometidos a sus dictados, no nos queda más remedio
que retomar a Thoreau, y ser desobedientes civiles porque: “el gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos estén
dispuestos a concederle, y en el caso de que no sea así hay que pedir la
abolición de todo gobierno que atente contra el bien común, o lo que es lo
mismo, ponga en riesgo el bienestar y la vida de los ciudadanos”.
Tomo prestada la frase que nos indica cómo ser
desobedientes y porqué: “Un gesto de “desobediencia civil”,
de quiebra consciente de la legalidad, de insumisión, de rechazo público,
pacífico y notorio contra un Decreto-Ley que no puede obligar, por su
ilegalidad. Ante un Gobierno controlado por los especuladores, capaz de responder
con armas a las discrepancias con trabajadores desarmados, cabe la
desobediencia civil de quienes promueven una sociedad solidaria contra las
leyes y normas que combaten la crisis empobreciendo a la población y
disminuyendo su salud, y su calidad de vida”.
Hace tiempo escribía sobre los nuevos métodos
de guerra establecidos por las grandes corporaciones, y decía que ahora la
guerra ya no se realiza como antes, sobre todo en occidente, otra cosa son las
guerras creadas por occidente en parte de territorios orientales, que siguen,
por decirlo de algún modo, siendo “guerras clásicas”, que se libran con armas,
fabricadas éstas por el mismo occidente que defiende conceptos como la paz, y
la democracia, cuando en el fondo atenta contra esa paz y esa democracia.
Son tiempos en los que la lucha debe librarse
de manera que al pueblo (que desconoce su poder, por propia ignorancia y
desidia), se le informe, y se le haga ver la fuerza de ese poder que posee cuando
se agrupa y lucha en pos de un mundo mejor, y ante leyes injustas (véase
ley mordaza en España), hay que rebelarse de forma pacífica y no aceptarlas.
También hace tiempo escribí un pequeño
manifiesto en el que apuntaba ciertas acciones que cada ciudadano y ciudadana
puede llevar a cabo para “destruir”, llevando a cabo acciones pacíficas, el sistema
establecido por esas grandes corporaciones que maniatan a la política, a la
justicia, a todo organismo público y al pueblo con el fin de conseguir sus
objetivos: “el sometimiento de todos los ciudadanos y ciudadanas para
enriquecer a sus accionistas”.
No cabe duda, que tanto el FMI como el BCE, y
los gobiernos, o una parte de ellos, en Europa, están llevando una guerra
encubierta contra los más desfavorecidos, las clases obreras, a las que
pretenden sumir en un estado de precariedad inadmisible en estos tiempos, por
tanto, es el deber de todos responder a estos atentados (véase terrorismo de
Estado), y combatir en esta nueva forma de guerra, con nuevas formas de
rebeldía, haciendo que cada ciudadano, y ciudadana, desobedezca civilmente ante
la injusticia.
Retomo aquel
manifiesto y lo trascribo en este artículo para aportar mi granito de arena, y
que conste que yo ya he puesto en práctica algunos puntos del mismo.
Vengo haciendo un estudio sobre
la reacción que el poder tiene ante estos actos, y siempre intenta prohibirlos.
Por eso yo abogo por un cambio en el pensamiento y en la cuestión de
manifestarse. Si como derecho éste se nos prohíbe estamos en la obligación de
buscar otras formas de mostrar nuestra indignación, sin que ellos puedan
interceder con sus legajos y permisos. La única forma en estos tiempos de hacer
revolución es hacerlo silenciosamente, esto quiere decir que tenemos que dejar
de participar en el engranaje que mueve el capitalismo y a esta sociedad
consumista. Para ello debemos de comenzar a crear una sociedad paralela,
agrupándonos en asociaciones, comunas, creando una red de acciones para acabar
con el capital: Tenemos que dejar de alimentarlo.
Esto es:
NO CONTRIBUIR CON LOS BANCOS (sacando el dinero si se tiene en ellos,
no pagando los préstamos...)
NO IR AL TRABAJO
NO LLEVAR A NUESTROS HIJOS A LAS ESCUELAS.
NO IR A LAS UNIVERSIDADES.
NO USAR COHES.
NO CONSUMIR EN LOS GRANDES CENTROS COMERCIALES.
¡LLAMO A LA
DESOBEDIENCIA CIVIL COMO ÚNICO MODO DE CAMBIAR EL MUNDO,
ENTRE TODOS PODREMOS HACERLO!
¿Qué ocurriría si cogemos lo
mejor del hedonismo y del utilitarismo y con esto construimos un mundo justo?
Si conocemos las razones del
fracaso económico, ¿por qué no dejamos de basar nuestras vidas en este factor?
Entender el mundo y la vida de
los hombres en él desde otra perspectiva no destructiva y en equilibrio con las
fuerzas de la naturaleza...
Hemos fracasado en el aspecto
material, no fracasemos en el humano.
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