Letras tu revista literaria

viernes, 6 de julio de 2012

Entre pillos anda el juego


La lentitud del magma

Por Pedro Luis Ibáñez Lérida* 


"La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca
hagas preguntar por quien doblan las campanas:
doblan por ti". John Donne



Entre pillos anda el juego
                        Hemos alcanzado un hito en nuestra comprensión de la naturaleza. Así se expresaba el director del Laboratorio Europeo de Física de Partículas –CERN-, cuando hace unos días los científicos que se encontraban en Ginebra sonreían por el hallazgo del bosón de Higss, tras las pruebas realizadas en el Gran Colisionador de Hadrones -LHC-, el acelerador de partículas de mayor potencia mundial. Este hecho me recordó una lúcida frase del genial actor cómico, compositor, director, productor y escritor inglés Charles Chaplin, mundialmente conocido por la interpretación del inolvidable personaje cinematográfico de Charlot, "Surgiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria". Si bien los 3760 millones de euros que costó el ingenio físico que ha demostrado la teoría del científico Peter Higgs sobre el funcionamiento del universo parecen haber sido bien empleados, añade, en comparación al logro conseguido, una nueva constatación de lo minúsculo del ser humano. A pesar de los avances tecnológicos que, entre otras posibilidades mejora la calidad de vida de los habitantes del primer mundo, pese a los males mayores que en algunos casos produce, como la contaminación, los seres humanos palidecemos si  abundamos en la esfera ética y moral de nuestros actos. La tentación de los favores es generalizada. Su atractivo social incrementa la sensación de ser aceptado y admirado por la brillantez del oropel que envuelve la miseria interna que constituye su alma carcomida por la ambición. Son miserables quienes a conciencia que sus acciones contraen penuria e incoherencia, persisten en ella.
                        Apenas ya un rumor contenido la consecución del Campeonato Europeo de balompié, incidiendo en la válvula de escape que significa este hecho deportivo sin precedentes, a propósito del marasmo económico que sufrimos. Conseguido el halago divino tras la ansiada recuperación del Códice Calixtino, una guía de viajes del siglo XII, y deshecho el entuerto entre deán y electricista. Sea la justicia terrenal la que, tras la resistencia del Partido Popular -PP- a investigar a través del Parlamento la cueva de Alí Baba en que se había convertido Bankia, intervenga en tan mayúscula obscenidad. La querella interpuesta por Unión, Progreso y Democracia -UpyD- y el pronunciamiento del juez en aceptarla ha desbaratado los planes de insonorizar el escándalo financiero en el que 33 miembros de los consejos de administración de Bankia y de su matriz, Banco Financiero y de Ahorros -BFA- han sido imputados. Y es que la estafa, la apropiación indebida,la falsificación de cuentas anuales y administración fraudulenta han sido, al parecer, prácticas habituales, consentidas y refrendadas desde el año 2008. Como quien no quiere la cosa, la entidad "nacionalizada" nos presenta nuevas promociones como la de regalar toallas de la nueva película del superhéroe Spiderman a aquellos titulares de cuentas jóvenes que aumenten su saldo con 300 euros más que el mes anterior. Y es que en el caso Bankia da la impresión que como señala el novelista francés Honoré de Balzac, "las leyes son como las telas de araña, a través de las cuales pasan libremente las moscas grandes y quedan enredadas las pequeñas". Entre pillos anda el juego, eso no cabe la menor duda.
                        Mientras tanto nuevos ajustes planean desde el gobierno en su ansiado objetivo del cumplimineto del déficit para 2012. Se prevé que la cifra ronde los 30.000 millones de euros. Los guarismos marean por las consecuencias en el pulso social. La población desprotegida, a la que se le ha hurtado sus derechos, extinguidas las garantías sociales por su dilatado desempleo y disminución o liquidación de las prestaciones, agrieta de forma ominosa la ya más que debilitada animosidad por los continuos y desahogos con que se estila este tiempo.
                        La más sutil de las desvergüenzas, las que se tapan con la desenvoltura de la legalidad, son las que zahieren y consuman el descrédito generalizado de este sistema y sus representantes. Los mecanismos de control parecen haber sufrido el "Síndrome de Estocolmo". Pues no es que hayan desparecido u obviado su papel fiscalizador, es que trasladan la sensación de ser cómplices por inacción, concibiendo su vigilancia con los menores reparos, haciendo la vista gorda . Todo sea por la presunta salud de las entidades financieras que creíamos ahítas y que ahora sabemos escuálidas. La duda no ofende, reescribiendo el refrán más bien enmudece. Han saltado y vulnerado todos los filtros. Ahora se enfrentan al judicial. La experiencia de otros asuntos económicos es que el proceso invoca al olvido de los imputados. Suponemos que éste es quivalente al desprecio con que trataron a los ahorradores. Y, en ese caso, me temo que es insondable por que la dignidad no es que brille por su ausencia, simplemente se ahogó entre tanto dispendio y activo tóxico. Como señalaba al principio, la comprensión de la naturaleza dista mucho de la del alma humana.

Pedro Luis Ibáñez Lérida, poeta, articulista, coeditor de Ediciones En Huida. Contacto: pedrolerida@gmail.com

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